La desigualdad en la distribución del ingreso en el país se mantuvo sin modificaciones importantes en los pasados seis años, refirió Julio Santaella, presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Al cierre de 2018, año en que concluyó el gobierno anterior, la décima parte de las familias que se encuentra en la punta de la pirámide tuvo un ingreso 18.3 veces superior al de la décima parte de hogares que está en la base, una relación que prácticamente no se alteró en los 12 años precedentes, dado que en 2012 era de 19 veces y en 2006 de 19.9 veces, según los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). En 1992, la primera vez que se hizo el ejercicio, esta disparidad era de 24.6 veces más. Es decir, en 26 años, se ha reducido apenas una cuarta parte.
“Ya sabemos que nuestro país es uno de amplias desigualdades”, dijo Santaella en conferencia de prensa. Con esta declaración abrió el desglose de resultados de la encuesta 2018. Actualmente el 10 por ciento de los hogares donde hay menos ingresos en el país perciben un ingreso trimestral de 9 mil 113 pesos, es decir 101 pesos por día. Del otro lado, el 10 por ciento de las familias con más ingresos, el promedio por trimestre es de 166 mil 750 pesos, mil 750 pesos diarios.
En promedio los ingresos por trimestre son de 49 mil 610 pesos por hogar. Ello implica 4.1 por ciento menos que hace dos años, una pérdida de 2 mil 138 pesos en los 34.7 millones de hogares que registra el Inegi. En el detalle, dos de cada tres pesos llegan producto del trabajo, 67.3 por ciento, seguida por las transferencias –que agrupa pensiones y programas sociales– 15.4 por ciento; por el alquiler de la vivienda, 11.4 por ciento; la renta de la propiedad, 5.9 por ciento, y otros ingresos corrientes, 0.1 por ciento.
La Ciudad de México y Nuevo León presentaron el mayor ingreso promedio trimestral por hogar, con valores de 79 mil 85 y 68 mil 959 pesos, respectivamente. En las antípodas, Guerrero y Chiapas, con 29 mil 334 y 26 mil 510 pesos, respectivamente. Es decir, en los primeros el ingreso es tres veces mayor que en los del sureste.
Respecto al gasto, la ENIGH expuso que el promedio por hogar fue de 31 mil 913 pesos. El rubro de alimentos, bebidas y tabaco fue al que se destinó una mayor cantidad, con 11 mil 252 pesos. En contraste, para los cuidados de la salud sólo se gastaron 838 pesos en el trimestre.
El gasto corriente monetario fue de 31 mil 900 pesos, el promedio para el país; 35 por ciento de éste fue para alimentos, 20 por ciento en transporte y comunicaciones, 12 por ciento en educación y esparcimiento, y 9,5 por ciento en vivienda y servicios.
“A mayor nivel de ingreso, menor participación de gasto en alimentos y bebidas”, recalcó Eduardo Gracida, director general de vinculación y servicio público de información del Inegi. Tal es el caso de Nuevo León, donde se gasta en promedio 29 por ciento del ingreso del hogar en alimentos y bebidas, en contraste con Oaxaca, donde llega a 42 por ciento.
De acuerdo con la ENIGH carnes y cereales implican mayor carga para los hogares con 23 y 18 por ciento, en promedio. Asimismo, se gasta más en refrescos y bebidas alcohólicas que en frutas, con 9 y 5 por ciento, respectivamente. En huevo 4 por ciento y en pescados y mariscos 2 por ciento.
De acuerdo con lo referido por el Inegi, la brecha de género es de 8 mil 267 pesos. En general, por cada mil pesos que gana un hombre, una mujer gana 600. Esto en todos los casos, sean hablantes de lenguas indígenas, con estudios primaria, secundaria, posgrado, de la Ciudad de México o de Chiapas o con alguna discapacidad.
El ingreso promedio por persona en 2018 fue de 18 mil 016 pesos, en el caso de los hombres escaló a 21 mil 962, mientras las mujeres perciben 13 mil 595 pesos. Entre la población que habla alguna lengua indígena la brecha se duplica, los hombres ganan en promedio 10 mil 733, las mujeres 5 mil 780 y entre quienes tienen mayores estudios (posgrado) las mujeres aunque tengan el mismo grado ganan 47 mil 518 pesos menos.
La ENIGH es el ejercicio más amplio para evaluar de primera mano cómo reciben sus ingresos los hogares, en qué los gastan y se toma como pilar para el diseño y evaluación de la política social. Esta entrega se levantó entre agosto y noviembre de 2018.
Con información de La Jornada.