El juguete mexicano a principios del siglo XX, objeto de diversión y educación

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El juguete es un elemento cultural que va cambiando con el tiempo. Por ejemplo, a principios del siglo XX en México, se valió de tal objeto para poder educar a las nuevas generaciones, que constituían el 40 por ciento de la población.

Ante tal panorama, la niñez mexicana comenzó a ser una cuestión de preocupación y atención por parte del Estado, por lo que se fomentó una legislación a favor de atender la educación y salud de los infantes. La nueva percepción sobre los niños, como seres con derechos y obligaciones, repercutió en la sociedad, que dotó de nuevos valores y significados al juguete, como un objeto útil para orientar a las nuevas generaciones, despertar sus habilidades y reforzar el discurso del Estado.

De esta manera, los nuevos juguetes —creados entre 1915 y 1925—, además de seguir conservando la imagen de ser objetos de diversión para los infantes, fueron dotados del nuevo discurso; tal como el artefacto que patentó en 1918 Alfredo Quiñones, quien afirmaba que además de favorecer el deporte y estimular el desarrollo físico de los niños, servía de recreo y diversión. Cabe subrayar que dicho invento se asemejaba a un patinete, el cual se deslizaba tras ser impulsado con el pie.

Asimismo, los nuevos artefactos de diversión para niños tenían que ser agradables, evitando cualquier efecto negativo en la salud del infante, por lo cual podían ser ajustados de acuerdo a la complexión del jugador, como el caso de la pelota inventada por Luis G. Siliceo, a la cual se le podían retirar capas.

La educación de los niños fue otro de los objetivos que se buscó alcanzar utilizando el juguete. En especial había un gran interés por explicar el funcionamiento de las modernas máquinas, como fue el caso del avión. A la par de los primeros años de la aviación en México, hay una cuantiosa cantidad de patentes de aviones de juguete, muchos de los cuales además de entretener explicaban el funcionamiento de la nueva máquina. Bajo ese rubro fue creado un pájaro mecánico, que imitaba el vuelo de las aves; un avión-cohete, que alcanzaba considerables alturas al ser lanzado; un avión, semejante a los verdaderos, pues todas las piezas que lo componían, según el criterio de su creador, habían sido elaboradas con “curiosidad”; al igual que otros tantos artefactos voladores.

Al mismo tiempo que se generaban objetos de diversión para explicar el funcionamiento mecánico, se proponían artefactos para instituir el patriotismo a los futuros ciudadanos, causa de eso tenemos la propuesta de un rompecabezas de madera, útil para enseñar geografía y a su vez “inculcar el sentimiento de patriotismo, de solidaridad de raza y de veneración por el héroe racial”. Todo esto, mientras se divertía el niño sin padecer el esfuerzo, logrando de ese modo el aprendizaje en “asuntos desprovistos de un interés directo para él”.

O el juguete “Cielo histórico”, orientado a la enseñanza de la historia sin que el niño sintiera ningún trabajo intelectual y así pudiera conocer los hechos gloriosos de la patria y “repugnara enérgicamente las humillaciones que se infirieron a la República”.

De igual forma, el juguete se vio vinculado con el contexto político de aquella época. La situación bélica por la que atravesó la nación durante la Revolución Mexicana afectó directamente a la niñez. Generándose, por ejemplo, la manufactura de carabinas, espadas y cañones de juguete que imitaban a los artefactos utilizados en la guerra, posiblemente para insertar al infante lo más pronto posible a las circunstancias del país.

Si quieres conocer más sobre la transformación de los juguetes en México a lo largo del tiempo, no dejes de visitar el Archivo General de la Nación, quien cuenta con una amplia riqueza documental acerca de ello.