La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) reveló que la obesidad entre las mujeres mexicanas aumentó 4% en las últimas tres décadas, debido a que los alimentos “frescos y nutritivos” se volvieron relativamente más caros que los productos ultra procesados e hipercalóricos que son importados desde Estados Unidos.
De acuerdo con un informe de la FAO, la humanidad sufre cada vez más la inseguridad alimentaria y toma dos rostros aparentemente opuestos: el hambre, que afecta actualmente a 820 millones de personas en el planeta, y la epidemia de sobrepeso y obesidad, que padecen más de 2 mil 400 millones de personas, entre ellas 171 millones de niños menores de nueve años.
En su reporte, el organismo detalló que 42.5 millones de personas en América Latina sufren subalimentación, principalmente por la situación que se vive en Sudamérica, donde el hambre aumentó de 4.6% en 2013 a 5.5% en 2018.
“El aumento en el hambre está estrechamente relacionado con la desaceleración económica general de la región. Las caídas en los precios de los productos básicos desde 2011 llevaron a un deterioro en las finanzas públicas de muchos países dependientes de la exportación de productos básicos”, puntualizó.
De igual manera, observó que en América Latina el desempleo urbano creció 1.6% desde 2015, y a la par se redujo el PIB, lo que afectó a las poblaciones más vulnerables e incrementó el número de pobres en la región: de 166 millones a 175 millones entre 2013 y 2015, equivalente a 28.1% y 29.2% de la población, respectivamente.
Este fenómeno no es particular de la región, pues “el hambre ha aumentado en muchas naciones donde la economía se ha ralentizado o contraído, sobre todo en países de ingresos medianos”, y “las desigualdades de ingresos y riqueza también guardan estrecha relación con la desnutrición”.
Mientras el hambre gana terreno en la humanidad –cuya población crece constantemente–, el sobrepeso y la obesidad también aumentan en todo el mundo, principalmente en los hogares vulnerables en situación de inseguridad alimentaria, abundó la FAO.
Y precisó que ocho de cada 10 países en los que se reportó un incremento del hambre tienen economías abiertas al libre comercio y son “muy dependientes de productos básicos primarios para la exportación y la importación”.
En ese sentido, el organismo urgió a los gobiernos a “disponer de políticas económicas y sociales que combatan los efectos de los ciclos económicos adversos cuando éstos llegan, evitando a toda costa los recortes en servicios esenciales como la asistencia sanitaria y la educación”, y sobre todo a realizar una “transformación estructural a favor de los pobres”.
También recomendó que se modifiquen los “hábitos de consumo” de alimentos, para que los hogares más pobres reduzcan sus gastos en algunos servicios y consuman alimentos más nutritivos.
Con información de Proceso.