Se trata del órgano vital para todo ser humano, sumamente sensible a las emociones y del cual depende desde el correr del torrente sanguíneo para su oxigenación y funcionamiento hasta la necesidad de una vida saludable. Las cifras son contundentes y ponen en alerta.
Y es que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en México y en el mundo. Los infartos al miocardio y los accidentes cerebrovasculares cobran más de 17 millones de vidas al año, y se estima que la cifra ascenderá a 23.6 millones para 2030, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el país fallecen más de 150 mil personas al año por problemas del corazón, particularmente de infarto agudo al miocardio. “Así que esta es una verdadera pandemia. La diferencia con la Covid-19 es que ésta se irá eventualmente, como todas las epidemias infecciosas, pero la de la arteriosclerosis y las afecciones cardiovasculares se quedan”.
Así lo afirma el profesor de posgrado, en la especialidad de cardiología, de la Facultad de Medicina (FM), Enrique Gómez Álvarez, a propósito del Día Mundial del Corazón que se conmemoró el 29 de septiembre.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es de las naciones que más avanzan en el mundo en dichos padecimientos, mientras que los países en desarrollo los mitigan gracias a los programas de detección, prevención y tratamiento oportuno, agrega el también jefe de la División de Cardiocirugía del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Los males cardiovasculares afectan en mayor medida a las naciones de ingresos bajos y medios: más de 80 por ciento de las defunciones por esta causa se producen en ellas e impactan casi por igual a hombres y mujeres, señala la OMS, la cual también prevé que para 2030 más de 23 millones de personas morirán por alguna afección cardiovascular, principalmente por cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
Muchas de esas pérdidas podrían evitarse con una alimentación saludable que reduzca el consumo de sal, ejercicio físico y sin el consumo de tabaco.
Gómez Álvarez señala que en México hay una acumulación de factores de riesgo en ese sentido, como diabetes, obesidad, hipertensión arterial, sedentarismo y colesterol elevado. “Todas aumentan porque no hay prevención o es muy limitada.
“Somos una sociedad enferma, tenemos el menor promedio de sobrevida de la OCDE en hombres y mujeres, además de que hay una infraestructura sanitaria muy deficiente con pocos hospitales y especialistas.”
Afecciones frecuentes
Hay muchas enfermedades frecuentes, pero las más comunes son: ataque al corazón o infarto de miocardio, que se caracteriza por el estrechamiento de los vasos sanguíneos encargados de llevar sangre a ese órgano; también las cerebrovasculares, causadas por un sangrado intracerebral o por un coágulo de sangre depositado en el cerebro; e hipertensión, que es la presión arterial alta y uno de los mayores riesgos de padecer un infarto.
Otros padecimientos comunes son la angina de pecho, un tipo de dolor en esta parte del cuerpo generado por la reducción del flujo sanguíneo al corazón; la arritmia o alteración del ritmo cardiaco, y la insuficiencia cardiaca, la cual sucede cuando el órgano no es capaz de bombear la sangre suficiente para cubrir las necesidades del organismo.
También la arteriosclerosis, en la que una placa de grasa, colesterol, calcio y otras sustancias de la sangre se acumulan dentro de las arterias y limitan el flujo de sangre rica en oxígeno. Esto puede llevar a problemas graves como la enfermedad de las arterias coronarias, las cuales llevan la sangre al corazón y, cuando se bloquean, pueden producir angina de pecho o un ataque cardiaco.
“Si se juntan los males cardiovasculares con los cerebrovasculares, más de un tercio de la población mexicana moriremos de ellas”, alerta el experto.
Además del cuidado personal, el cardiólogo acusa una baja inversión del Estado en salud, pues en México suma seis por ciento del producto interno bruto (PIB), mientras que en países desarrollados las cifras son dos dígitos. “Aquí gastamos pocos y lo hacemos mal, porque el mayor gasto es en medicina curativa y no en preventiva”.
Esfuerzos en la Universidad Nacional
“En México hay unos tres mil cardiólogos certificados, pero para una nación de nuestras dimensiones deberíamos tener al menos 12 mil”, considera Enrique Gómez.
“Además de pocos estamos mal distribuidos. Dos terceras partes se encuentran concentrados en las zonas metropolitanas de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, donde hay densidades demográficas, mientras que faltan en las poblaciones pequeñas.”
Destaca que la UNAM hace un esfuerzo extraordinario para que el país cuente con generaciones de médicos. “Es la universidad que forma más especialistas, particularmente cardiólogos, y subespecialistas en cardiología infantil, en cirugía cardiovascular y ecocardiografía, entre muchas otras. La Universidad Nacional es, sin duda, y con mucho, la que más produce profesionales del área cardiovascular”.
Sin embargo, opina, no depende todo de ella porque los lugares para hacer estudios específicos no son muchos. En el territorio nacional hay pocos hospitales grandes y con alto nivel, como se requiere para los nuevos cardiólogos, quienes deben combinar ciencia con destrezas.
“El posgrado de cardiología de la FM de la UNAM se forma en buena medida en los hospitales de alta especialidad; sin embargo, en la Facultad se hacen exámenes periódicos y hay algunos simuladores de pacientes con los que ensayan en pregrado y posgrado.”
Corazón artificial
Respecto al esfuerzo mundial por tener un corazón artificial, explica que esta idea es de hace 50 años y se ensayan prototipos en países desarrollados, especialmente en Estados Unidos.
“Lo que hay actualmente no son corazones artificiales, sino aparatos de asistencia ventricular. Son equipos que ayudan al corazón a tener una mejor eficiencia”, aclara Enrique Gómez.
En el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE se cuenta con equipos de asistencia ventricular importados que se utilizan especialmente como un paso intermedio para realizar un trasplante, mientras que en el Instituto Nacional de Cardiología hay un modelo en desarrollo.
“Éstos ayudan a pacientes muy graves, con falla cardiaca significativa, a tolerar mientras encontramos un donador, lo que no es sencillo, particularmente en México, donde no tenemos una cultura de donación importante.”
En suma, aduce que tener un corazón artificial permanente no es algo que se vislumbre en el futuro inmediato.
Pero las expectativas son alentadoras en materia de trasplantes de corazón, las cuales, destaca, funcionan muy bien en México: sólo en el 20 de Noviembre se realizan de ocho a 10 al año. “Tenemos una buena sobrevida de hasta más de 10 años y en general los pacientes pueden reintegrarse a una vida normal”.
El académico universitario remarca que en este tema el problema son las donaciones porque son escasas. “Nos hace falta promover estas acciones”.
La OMS pretende convencer a las personas en todo el mundo de que puede lograrse un cambio positivo y cuidar el corazón propio y el de los seres queridos, con un compromiso para nuestra salud.
El Día Mundial del Corazón se conmemora a partir de que en el año 2000 la Federación Mundial del Corazón, con apoyo de la OMS, designó el 29 de septiembre para crear conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares, su prevención, control y tratamiento.
Para cuidar este órgano de manera cotidiana se tiene que cocinar y comer sano, evitar el consumo de grasas saturadas, además de aumentar la ingesta de omega 3 y pescado.
Asimismo, debe hacerse ejercicio físico, al menos media hora diaria; limitar el consumo de sustancias perjudiciales como sal, bebidas azucaradas, tabaco o alcohol; controlar el colesterol y el peso, pues la obesidad es un riesgo.
Con información de UNAM.