El síndrome de Down es una alteración genética. En ella, la persona tiene 47 cromosomas, en vez de los 46 usuales. La mayoría de los casos tienen una copia extra del cromosoma 21, de ahí que también se le llame “Trisomía 21”.
No se sabe con certeza cuántos factores están relacionados con esta alteración cromosómica. Sin embargo, se sabe que la edad de la madre es un factor que aumenta el riesgo: las mujeres que se embarazan a los 35 años o más tienen más probabilidad de tener un bebe con síndrome de Down.
Tener una copia extra cambia la forma en que el cuerpo y el cerebro del bebé se desarrolla, de ahí que el Síndrome de Down tenga efectos sobre las características físicas, la salud y el aprendizaje.
A nivel mundial, se estima que la incidencia de este síndrome se encuentra entre 1 de cada mil y 1 de cada mil 100 recién nacidos. De acuerdo con datos preliminares de la Dirección Genaral de Información en Salud durante 2018, en México nacieron 351 niñas y 338 niños (689 en total) con síndrome de Down.
Ya que el síndrome de Down dura toda la vida, la atención a las personas con esta afección se enfocan en ayudarles a desarrollarse a su máximo potencial. Esto puede incluir terapia del lenguaje, ocupacional y física, y podrían requerir apoyo extra en la escuela.
En la Secretaría de Salud contamos con instituciones que atienden este síndrome, como el Instituto Nacional de Pediatría, los hospitales Juárez de México, General de México, General Dr. Manuel Gea González e Infantil de México “Federico Gómez”.
En diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 21 de marzo domo el Día Mundial del Síndrome de Down.