El pasado 12 de diciembre un grupo de agentes federales irrumpió en un predio de la colonia San Álvaro, en la alcaldía Azcapotzalco, CDMX. Todos ellos portaban armas largas, pero, además, vestían trajes especiales para protegerse de sustancias químicas y mascarillas para no inhalar gases potencialmente tóxicos.
Tras detener a Ramsés Israel, quien custodiaba el sitio armado pero que no opuso resistencia, los policías entraron. Pero lo que encontraron no eran los matraces, frascos o instrumentos de laboratorio que comúnmente se hallan en los sitios clandestinos donde se elabora, por ejemplo, metanfetamina. Lo que había eran básculas, tambos, máquinas similares a prensas y algunas pastillas de color azul.
Se trataba de algo que ya habían visto en los últimos meses en ciudades fronterizas, pero que por primera vez hallaban en la capital del país: una instalación ilegal para confeccionar pastillas de un compuesto denominado “fentanilo”.
Este hallazgo es el último de una cadena de investigaciones y descubrimientos realizados entre 2017 y 2018 en México y que confirman un temor de las autoridades federales: la proliferación de la producción y posible consumo del fentanilo en nuestro país, la más reciente y popular de las llamadas “drogas sintéticas o de diseño”.
El fentanilo, de acuerdo con el último informe sobre amenazas de la droga de la DEA, es un analgésico controlado cien veces más potente que la morfina, y cuyo uso ilegal ha cobrado, solo en el último año, junto con otras sustancias derivadas del opio, la muerte de 174 personas al día en Estados Unidos. Según la DEA, las pastillas ilegales de fentanilo vendrían de China, pero también de México.
En ese contexto, Animal Político y Newsweek México platicaron con Óscar Santiago Quintos, director de la Oficina Nacional de Políticas de Drogas de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República, para conocer sobre el origen y el tamaño real de esta nueva amenaza.
DE MEDICAMENTO LEGAL A DROGA ILEGAL
Santiago Quintos refiere que el fentanilo es un analgésico que se utiliza desde la década de 1960 bajo distintas denominaciones comerciales —una de las más conocidas es Oxitadona—. Además de ser mucho más potente que la morfina es más estable, lo que facilita su uso en procesos quirúrgicos o para el tratamiento de dolores intensos.
Al ser una sustancia psicoactiva derivada del opio puede generar adicción. Múltiples fallecimientos en Estados Unidos y Canadá por sobredosis reportados a partir de 2016 alertaron a las autoridades de salud y seguridad sobre el crecimiento en el uso de fentanilo.
“Había una regulación muy laxa en los países de América del Norte. Ibas por cualquier dolor y con un médico cualquiera y se podría recetar cualquier tipo de medicamentos (…) Se reestructuró entonces el área de salud en Estados Unidos y ajustan sus políticas, lo cual comenzó a generar un mercado ilegal para buscar ese tipo de medicamentos”, sostiene.
LOS BROTES DE LA EPIDEMIA EN MÉXICO
Santiago Quintos refiere que, a partir de 2017, se comenzaron a detectar en México eventos relacionados con el mercado ilegal de fentanilo. Primero se descubrieron en ciudades fronterizas de Baja California y Sonora, pero ahora también en CDMX, laboratorios clandestinos donde se “acondicionan” pastillas “hechizas” de Oxicodona (fentanilo).
“En estos lugares —precisa— hemos encontrado sales de fentanilo y pastillas que se fabrican con ellas. No es que ahí se haga la síntesis de la sustancia para producir el fentanilo. Ya lo tienen, pero fabrican las pastillas junto con otros componentes”.
Estos hallazgos evidencian un peligro serio. No solo por los indicios de una producción ilegal en crecimiento, sino porque al fabricarse pastillas fuera de laboratorios legales y regulados, no hay controles de calidad y, por lo tanto, puede haber impurezas en las pastillas o dosis mayores a 2 miligramos de fentanilo que son letales. “Ingerir una pastilla de esas es como jugar a la ruleta rusa, así de peligroso”, asegura.
A lo anterior se suman decomisos de pastillas ya fabricadas de Oxitadona, traficadas ilegalmente, como el ocurrido recientemente en la aduana del Aeropuerto de Ciudad de México con un cargamento proveniente de Hong Kong.
Santiago Quintos explica que la localización de laboratorios en la zona fronteriza permite presumir que la mayor producción de fentanilo en México tendría como destino Estados Unidos; sin embargo, recalca, el principal consumo de esta droga se ha reportado en ciudades estadounidenses cercanas con Canadá, por lo que habría fentanilo ilegal que tendría un origen distinto al mexicano.
En cuanto al consumo ilegal de fentanilo en México, el funcionario considera que, al ser un fenómeno reciente, no se conoce aún con precisión la gravedad del tema. E indica que se trabaja con la Secretaría de Salud y la Comisión Nacional contra las Adicciones para localizar casos de personas que estén consumiendo en nuestro país esta droga.
¿CÁRTELES INVOLUCRADOS?
De acuerdo con la DEA, existen grandes cárteles mexicanos como el del Pacífico y el de Jalisco Nueva Generación que tienen nexos con pandillas en Estados Unidos, pero también con organizaciones en Asia, lo que les permite lavar dinero y ampliar la capacidad de distribución de varias drogas y sustancias controladas, entre ellas, el fentanilo.
Quinos dice que esta es una de las hipótesis de la fiscalía, sin embargo, no descartan que haya grupos criminales mucho más pequeños que un cártel o incluso grupos de dos o tres personas con la capacidad de fabricar y mover fentanilo, pues se requieren muchos menos recursos para ello.
“La fabricación de drogas sintéticas —explica— ha cambiado la dinámica de los grupos delictivos. No se requieren grandes plantíos en grandes extensiones de terreno que haya que cuidar (…) Son de fácil acondicionamiento. No necesitas un lugar ad hoc y eso hace un cambio dramático en las organizaciones criminales. Incluso puedes traficar estas sustancias usando servicios de paquetería”.
ENFRENTANDO LA AMENAZA
Para tratar de combatir el potencial crecimiento de la fabricación y posible consumo ilegal de fentanilo en México, y evitar que se convierta en un fenómeno como el de las metanfetaminas y otras drogas sintéticas, el funcionario dice que el problema se está atacando en distintos frentes.
En el contexto nacional, señala, las autoridades ya han elaborado un “perfil” tanto químico (sustancias que lo componen) como físico (colores, forma de las tabletas, etcétera) del fentanilo, como se ha hecho antes con otras drogas. Esto para facilitar su identificación y detección, y profundizar en cuanto a las formas de fabricación y distribución en el país.
Respecto al contexto internacional, Santiago Quintos manifiesta que la Agencia de Investigación Criminal se sumó a un sistema de alerta temprana para detectar qué elementos se están usando también en las mezclas, y se regularon cerca de 12 sustancias a escala internacional análogas al fentanilo.
Uno de los principales retos que enfrenta México y el mundo es que el fentanilo se ha convertido en una droga ilegal por su abuso; sin embargo, su fabricación y utilización como un medicamento que se utiliza en la salud es perfectamente legal. Esto imposibilita establecer una prohibición absoluta sobre los precursores de esta sustancia.
“Se tiene que asegurar la accesibilidad a medicamentos para personas que sí lo requieren. Por ello la estrategia va por establecer controles sobre la forma en que se distribuye, los canales para ello. Hay un trabajo interinstitucional, por ejemplo, con Hacienda para verificar todos los pedidos de exportación, el trabajo en aduanas con las sustancias que provienen sobre todo de Asia, entre otros” dice.
En el tema del consumo interno una de las estrategias que México ha puesto en marcha no solo en el asunto de fentanilo, sino de los medicamentos controlados, es la emisión de recetas electrónicas.
“La Cofepris [Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios] ha expedido un sistema de recetarios electrónicos. Se redujo el universo de posibles médicos que pudieran prescribir ese tipo de medicamentos controlados y es vía electrónica. En ese sentido, México ha asegurado la disponibilidad de medicamentos controlados, pero a su vez se previene el consumo ilegal” añade.
Aun con lo anterior, el titular de la Oficina de Políticas de Drogas reconoce que no es una batalla fácil. Destaca que, en el combate a las drogas sintéticas, la carrera no solo es “legal”, sino también “científica”, pues es común que con la identificación de un precursor los criminales cambien por otro para mantener la producción de las sustancias.
“Pero, a diferencia de otras sustancias en el pasado, creo que ahora la Fiscalía General cuenta con una agencia en donde estamos investigando en distintos frentes y podemos enfrentar mejor el riesgo que tenemos delante”, concluye.
Con información de Animal Político.