Caso Aguayo, juzgado por una ley que no debería existir

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Sin Gafete El Magistrado José Huber Olea tiene toda la razón. Se trata de quien hizo firme, es magistrado, segunda instancia de la justicia mexicana, la sentencia en contra de Sergio Aguayo por su publicación referente a Humberto Moreira.

La misma que lo obliga a pagar 10 millones de pesos por “daño moral”. En una carta, el magistrado se refiere a lo más importante: la Ley. Es decir, la ley de difamación en base a la cual fue sentenciado Aguayo. Que se refiere a la intencionalidad de causar daño, desprestigio, sea verdad o mentira lo que se dice de una persona.

Esa es la clave de todo. Y lo que explica porque cualquier periodista, analista, o académico que publique en un medio de comunicación, sea tradicional o digital, puede ser juzgado y sentenciado. Hace veinte años yo padecí cuatro juicios en mi contra, basados en esta misma ley, por escribir, volver a escribir, volver a decir que la compañera sentimental del expresidente López Portillo era una “encueratriz”. Mi casa, único patrimonio, fue embargada y tuve que venderla para pagarle. Trescientos metros en la Colonia Roma. Habiendo recurrido a todas las instancias de la justicia mexicana.

El juez, como dice el magistrado Huber, actuó conforme a derecho, igual que él, porque ese es el criterio legal que se ha impuesto. Del que, obviamente, las sentencias en mi contra son el antecedente, porque soy el periodista que más ha pagado por lo que ha escrito.

El magistrado afirma que espera que en un futuro la Suprema Corte y los órganos legislativos, los provean de otros criterios legales. Por lo pronto, mientras la Ley de Difamación se atenga a la intención de causar daño moral, deshonra, muchos otros periodistas seguirán el camino mío y de Sergio Aguayo. Mis abogados presentaron ante el juez 18 películas en las que la señora actuaba desnuda, lo que la convertía en “encueratriz”. No fue suficiente, porque no se juzga si los dicho, escrito es verdad o mentira.

Esto es lo importante. La Ley debe cambiar para que, si uno dice, escribe verdades de cualquier persona, y lo puede probar, no sea sometido a juicio. Como el periodismo tiene el sentido de “dar a conocer”, se tipifica el delito por la intencionalidad. Por lo tanto, esa intencionalidad debería ser protegida por la razón de la verdad. De esa forma, también, se protegería a todas las personas de ser calumniadas, linchadas en medios de comunicación.

Se evitarían las “fake news”, los periodistas tendrían mucho cuidado en no afirmar temas que no puedan comprobar. Hoy, el juez, el magistrado José Huber León, tienen toda la razón legal para sentenciar a Sergio Aguayo. Ignoro si la Suprema Corte puede revertir la sentencia en su contra, lo que sí puede, debe hacer, es cambiar la Ley…

Con información de Quadratín.

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