Cuando hablamos de que México vive los años más violentos del último siglo los reflectores siempre apuntan hacia la macabra danza de cifras: 22 millones de delitos por año con impunidad de 95 por ciento, incluidos homicidios, delitos sexuales y secuestros. Pero ¿qué pasa con el deterioro emocional que todo eso ocasiona? Una silenciosa epidemia de alteraciones psicológicas recorre hogares y oficinas de todo el país.
El gobierno reconoce que los problemas de salud mental aumentaron 30 por ciento. Los expertos hablan de una descomposición generalizada. Diversos estudios, investigaciones periodísticas e instancias oficiales como el Inegi, entre muchas otras, arrojan cifras preocupantes: se calcula que hasta 50 por ciento de la población económicamente activa sufre ansiedad y 27 por ciento de los mexicanos sufre depresión.
La tercera parte de la población tendrá un problema de salud mental en su vida, y 79 por ciento no recibirá tratamiento. Cada año hay 130,000 divorcios. El 70 por ciento de las mujeres (35 millones) ha sufrido violencia por lo menos una vez.
Además, más de 8 millones de mexicanos reconoce haber consumido droga. Tan solo el consumo de fentanilo creció 500 por ciento. En los hogares pobres la depresión aumentó 38 por ciento, mientras en los estratos ricos el incremento fue de 9 por ciento. La pobreza permanece como factor determinante en el deterioro emocional antes y después de la pandemia.
Y el 25 por ciento de los adolescentes padece un trastorno de la alimentación, la mayoría asociados con un problema mental. Solo 3 por ciento de los niños y jóvenes con depresión ha sido diagnosticado.
¿QUÉ HACER? TENEMOS LA NORMA 035
El Estado se mantiene distante de este drama, a pesar de que 72 por ciento de los mexicanos entre 26 y 40 años se interesa por tener un buen estado mental. El 57 por ciento de los jóvenes está preocupado por padecer estrés, depresión y síndrome de desgaste profesional (burn out).
Es significativo que en 2023 haya crecido 94 por ciento el número de asistencias psicológicas telefónicas, comparadas con 2022. La falta de atención a los riesgos psicosociales del trabajo le cuesta al país alrededor de 16,000 millones de pesos anuales según la OCDE.
El 59 por ciento de trabajadores asegura que su compañía no cuenta con acciones que ayuden a cuidar su salud mental. El 43 por ciento de las organizaciones reconoce que no cuenta con una cultura al respecto. Paradójicamente, diversos estudios demuestran que los empleados felices garantizan una mayor productividad.
¿Qué hacer? Una de las pocas ventanas de oportunidad tendría que ser la NORMA 035, con la que se busca que las empresas ayuden a sus trabajadores a prevenir riesgos psicosociales, pero es letra muerta, pues no cuenta con contenidos específicos para que los trabajadores sean orientados en materia de salud emocional, lo que ocasiona improvisación y simulación.
Además, el enfoque de la NOM es solo laboral y no contempla al individuo en su conjunto. Yo, como promotor de la Agenda ONU en México, he venido proponiendo ante el Poder Legislativo una iniciativa de ley para que, como parte de esta norma, todas las empresas utilicen un mismo temario y contenido, como las “Habilidades para la vida” de la OMS y la “Cultura para la paz” de la ONU. Con esa literatura, la NOM35 haría posible prevenir riesgos psicosociales no solo en el ámbito laboral, sino también familiar y social.
EL ESTADO DEBE TRABAJAR CONTRA EL DETERIORO EMOCIONAL
He contado con el apoyo del Senado y la Cámara de Diputados, donde legisladores tanto del bloque oficial como del opositor han accedido a convocar foros de análisis, en los que ellos mismos se han sumado, pues no se pretende perjudicar a ningún grupo, no conlleva implicaciones ideológicas o políticas.
Cuando fui invitando a cada uno de los especialistas que nos acompañaron en dichos foros, como destacados integrantes de la sociedad civil, y expertos en los temas abordados, el consenso general que encontré es que México se encuentra en la antesala de una implosión social por la crisis emocional generalizada.
Basta con agregar una cifra que lo resume todo: según la OMS, México es el país con mayor estrés laboral del planeta. Podríamos resumir toda esta circunstancia global señalando que, si bien es cierto que el Índice Mundial de la Felicidad ubica a México en el lugar 36 de entre 156 países, los fundamentos de esa felicidad están bajo fuego y amenazan con convertir a los centennials en una generación perdida, y a los millennials, en otra fallida.
La principal fortaleza de la sociedad mexicana es la red de apoyo que encontramos en seres queridos, pero la familia como célula de la sociedad está sufriendo mutaciones cancerígenas que amenazan con diluirla como dique de contención para que los individuos encuentren refugio.
Tras la pandemia todo se ha descompuesto: urge que el Estado enfrente este deterioro emocional generalizado. Como le escuché decir a un especialista recientemente, estamos frente a una epidemia de cansancio emocional.
Con información de Yahoo Noticias http://tinyurl.com/36hw8sm2
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