En el contexto de las denuncias por violencia sexual contra mujeres, divulgadas en las distintas versiones del movimiento #MeToo, Berenice Fuentes, de la organización Equis Justicia para las Mujeres, resaltó que en los últimos dos años sólo se han presentado dos querellas por acoso sexual en la Ciudad de México.
“Hay una dificultad para que las personas identifiquemos qué es el acoso. Muchas de esas conductas fueron identificadas hasta que fueron espejeadas con alguien que así lo llamaba, por eso en las denuncias expuestas en #MeToo se pueden ver denuncias de hace años, porque en ese momento no lo sabían”, señaló.
En conferencia de prensa, convocada por ONU-Mujeres, Fuentes consideró que el bajo nivel de denuncias por acoso sexual se debe también a que no hay una política integral “que nos permita identificar este tipo de violencia y nos enseñe que no sólo ocurre cuando se toca una parte del cuerpo, además del diseño institucional de México que, aun habiendo buena disposición en muchas autoridades, la respuesta sigue siendo insuficiente”.
El ínfimo nivel de denuncias formales se contrapone con el alto nivel de violencia de género, destacó Belén Sanz Luque, responsable de la oficina de ONU-Mujeres, quien aclaró que a nivel global sólo 3% de las denuncias por acoso sexual presentadas por mujeres han resultado falsas.
“Si no ponemos atención específicamente en identificar el acoso, incluso por parte del perpetrador que no se da cuenta de lo que está cometiendo, esta actuación puede derivar en otras formas de violencia”, advirtió al mostrar cifras de la gravedad de la violencia contra las mujeres en México.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2016, 34.3% de las mujeres han experimentado algún tipo de violencia sexual en su vida, en tanto que 93.4% de las víctimas no presentó denuncia ante las autoridades.
A nivel comunitario, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) de 2017 destaca que 73%, 71% y 60% de las mujeres se sienten inseguras en el transporte público, en las calles y en parques, respectivamente.
Entre las mujeres que no denunciaron las agresiones, 49.5% consideró que eran hechos “sin importancia”, otras no sabían cómo o dónde denunciar (15.2%), algunas más no se expresaron por “vergüenza” (8.9%), mientras que porcentajes menores se abstuvieron por “miedo a consecuencias o amenazas” (7.3%) o porque “pensó que no le iban a creer o que le iban a decir que era su culpa (4.7%).
Belén Sanz Luque consideró que el movimiento #MeToo es “una ventana de oportunidad, porque ha salido a la luz lo que estaba en la sombra”, una problemática que se arrastra en México y en el mundo desde hace muchos años.
Asimismo, hizo un llamado a dejar de cuestionar a las víctimas de la violencia sexual que se han atrevido a denunciar y pedir cuentas al agresor, tomando en cuenta que el acoso “es una forma de violencia que no está desvinculada de otras (…) y en su forma más violenta y extremada deriva en la muerte violenta de las mujeres, el feminicidio”.
La funcionaria de la ONU-Mujeres puntualizó que el #MeToo “es un llamado a escuchar y a creer en las víctimas de múltiples formas de violencia, de contribuir a poner fin a la cultura del silencio, buscando que tenga como centro de atención a las sobrevivientes de esta forma de violencia”.
De acuerdo con Sanz, ONU-Mujeres ha podido demostrar que a nivel global menos de 3% de las denuncias públicas de agresiones hacia mujeres es falsa, por lo que instó a no descalificar los testimonios de las víctimas.
“Nunca ha sido tan urgente responsabilizar a los perpetradores de este tipo de acciones. Si bien el debido proceso es un tema fundamental que estamos promoviendo y apoyando, sólo un puñado de hombres ha experimentado las consecuencias de estas agresiones, mientras que las mujeres viven con los efectos duraderos de la violencia”, destacó la funcionaria.
Explicó que desde ONU-Mujeres la violencia sexual, y en particular el acoso, pudo ser identificado en distintos diagnósticos realizados a partir del Programa Insignia Ciudades y Espacios Públicos Seguros para Mujeres y Niñas en México, aplicado en la Ciudad de México, Guadalajara, cinco municipios del área metropolitana de Monterrey, Puebla y Torreón.
“Estas investigaciones sobre acoso sexual en espacios públicos arrojan que esta forma de violencia afecta a nueve de cada 10 mujeres en la Ciudad de México y en el área metropolitana de Monterrey, y a ocho de cada 10 en Guadalajara”.
Sostuvo que “la principal responsabilidad de prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres es el Estado. En ese sentido –dijo– tiene que garantizar en todos sus niveles el acceso a la justicia, pero también el acceso a las mujeres a otros servicios esenciales, porque no sólo con el acceso a la justicia se va a erradicar la violencia, necesitamos acceso a los servicios de salud, a servicios psicológicos, recursos que permitan que las mujeres salgan de los ciclos de violencia, y en ese sentido es una responsabilidad del Estado también invertir en prevención”.
Finalmente manifestó que la responsabilidad de ONU-Mujeres es acompañar al Estado para garantizar que esto se implemente, que se cumpla con los estándares internacionales, “lo que permite este movimiento y esta visibilización de la problemática como un problema social, y como tal, además de la responsabilidad del Estado, tenemos una responsabilidad como sociedad de cambiar la narrativa y avanzar hacia una cultura de cero tolerancia a la violencia contra las mujeres”.
Con información de Proceso.