Las mujeres utilizan los recursos naturales para obtener alimento, plantas medicinales, agua y combustible y han sido durante siglos las recolectoras de leña y de productos menores del bosque, así como las proveedoras del agua. Son las médicas tradicionales y las ritualistas. Estas tareas llevan tiempo y deben hacerse en forma regular e incluso diariamente.
En las zonas boscosas, la recolección y venta de hongos y plantas de ornato, así como la elaboración de artesanías con fibras de lechugilla y madera son algunas de las actividades que realizan las mujeres y que se han venido incrementando a partir de la creciente migración masculina.
Las mujeres hacen una contribución significativa al manejo de los bosques y éstos son una fuente importante de empleo remunerado para las mujeres rurales; quienes en muchas ocasiones son las principales custodias y guardianas de los bosques y tienen conocimientos amplios sobre sus recursos. Al hacerlo aportan su tiempo, energía, aptitudes y visión personal al desarrollo de las familias y las comunidades.
En áreas rurales la principal fuente de energía es la leña y es indispensable ofrecer alternativas de uso a las mujeres rurales, indígenas y campesinas para detener la deforestación y la desertificación. En localidades de menos de 2 mil 500 habitantes, el porcentaje de viviendas que usa leña o carbón es de 49.2%. La sustitución de los tradicionales fogones por estufas ahorradoras de leña constituye una manera de reducir las cargas del trabajo femenino al tiempo que los recursos forestales son utilizados de manera más eficiente.
Por la forma en la que está construida, la estufa ahorradora de leña no permite el paso del humo a la cocina, evitando enfermedades respiratorias y de los ojos. Además los muebles y los trastes se mantienen libres de tizne. Utilizarla representa un ahorro aproximado de 40% de la leña que normalmente consume un fogón abierto, por lo que reduce el tiempo de recolección de este combustible para el hogar.