Son fuente de experiencias artísticas y elemento esencial para la conexión mística en las culturas originarias
La extraordinaria biodiversidad mexicana posee un reservorio importante de plantas y hongos que atraen tanto a científicos y artistas, como a personas que buscan experiencias extrasensoriales o también místicas, mediante el uso de especies como los hongos alucinógenos llamados “niños” por la célebre María Sabina, o el peyote, cacto de consumo ritual en la etnia huichol, entre otras.
Científicamente, a estos organismos se les conoce como drogas porque alteran la cognición y la percepción de la mente, pero para las culturas originarias son “plantas de poder” o “plantas sagradas”, y cada una genera efectos particulares, según sus principios activos.
Por los estímulos que producen a las células nerviosas, estas especies propician la exaltación de los sentidos y de la imaginación, por lo que en algunos casos han abierto al arte posibilidades expresivas, por ejemplo, la psicodelia del arte pop y, en otros, desde tiempos ancestrales han sido canales de conexión mística.
El uso de estas plantas y hongos promueve la conservación de la biodiversidad en distintas regiones donde prosperan y se tienen profundos conocimientos de sus propiedades. Por ejemplo, las conocidas como:
Alucinógenas, por la mezcalina que contienen, como el peyote o péyotl (Lophophora williamsii). Este cacto pertenece a la región huichol, cultura de la que conocemos figuras geométricas de intensos colores, o la psilocibina de los hongos teonanácatl (Psilocybe mexicana) de la sierra Mazateca.
Inductoras del trance, como la hoja de la pastora o pipiltzintzintli (Salvia divinorum) y la marihuana (Cannabis sativa), que producen un estado de letargo y languidez, en el cual se exalta la percepción hasta grados de irritación y la estimulación de la imaginación se usa con fines adivinatorios en contextos rituales.
Cognodislépticas, como el manto de la virgen u ololiuhqui (Turbina corymbosa), que estimulan la imaginación, avivan las sensaciones y la fantasía, y aunque difícilmente producen alucinaciones, alteran mecanismos de la memoria y se usan en la oniromancia o adivinación durante el sueño.
Delirógenas, como el toloache o tolohuaxihuitl (Datura stramonium), cuyos potentes efectos nublan la conciencia, detonan un delirio similar al que causa la fiebre, desorientación e intensas alucinaciones que impiden a la persona distinguir la realidad. Se les ha utilizado en ritos de hechicería, para causar daño a otros o para atontar la conciencia.
José Luis Díaz documenta esta veta de la biodiversidad de México en su libro “Las plantas mágicas y la conciencia visionaria”, citada por la revista Arqueología Mexicana, núm. 59, pp. 18-25.
Por su parte, el experto en herbolaria Xavier Lozoya menciona en su artículo “Hace girar el corazón de la gente”, publicado en el portal https://masdemx evidencias arqueológicas sobre el uso de las plantas psicotrópicas en las culturas de Mesoamérica en representaciones artísticas que forman parte de su cosmogonía y su vida ritual.
Con información de Semarnat.