La conservación de la vida silvestre pasa por una situación que va de seria a extremadamente grave. Según reportes científicos, se pierde a un ritmo acelerado gran cantidad de especies carismáticas, como mamíferos, aves, reptiles o anfibios, pero también invertebrados, insectos y moluscos, además de plantas, afirmó Hernán Vázquez Miranda, investigador del Instituto de Biología (IB).
En el contexto del Día Mundial de la Vida Silvestre, que se conmemora este 3 de marzo, el universitario expuso que enfrentamos una situación muy seria, pues de las especies conocidas muchas están amenaza- das: 70 por ciento de los anfibios, 25 por ciento de mamíferos y 14 por ciento por ciento de las aves.
“Lo más grave es que hay grupos biológicos de los que tenemos información insuficiente o nula, como los invertebrados y microorganismos que habitan en el fondo del océano.”
El científico recordó que no se sabe cuántas especies habitan el planeta, sólo hay estimaciones; cerca de un millón y medio han sido formalmente descritas por taxónomos, pero los números se pueden elevar a ocho millones, y si se incluyen organismos microscópicos, podrían ser millones más.
El 20 de diciembre de 2013, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su 68 periodo de sesiones, decidió proclamar el 3 de marzo como Día Mundial de la Vida Silvestre con el objetivo de crear conciencia acerca del valor de la fauna y la flora que vive en esa condición. La fecha marca el aniversario de la aprobación, en 1973, de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que desempeña un papel destacado en la protección de especies frente al comercio internacional.
Vida más allá de nuestras puertas
Vázquez Miranda explicó que “la vida silvestre se conforma de especies no domésticas, las que existen más allá de nuestra puerta, en el mundo natural, ya sea en un parque, bosque, selva o mar, y que conforman 99.9 por ciento del total de los organismos que hay en el planeta: animales, plantas, hongos, bacterias y virus”.
El problema para la biodiversidad es la pérdida del entorno natural debido al crecimiento de la población humana; los bosques son talados y destruidos, y cientos o miles de especies desaparecen con cada manchón de selva que transformamos en pastizales para alimentar vacas, o en desarrollos para que viva la gente.
A la pérdida de hábitats se suma el cambio climático; ambos fenómenos están íntimamente relacionados y afectan flora y fauna. “La conservación de la temperatura de los océanos y del mundo natural son indispensables para que la biodiversidad exista y persista, pues hay especies adaptadas a lugares fríos y húmedos, y si aumenta la temperatura dejarán de existir”, advirtió Vázquez Miranda.
Las pérdidas no son sólo de animales y plantas, sino también de los servicios ecosistémicos que dan. Por ejemplo, los colibríes además de polinizar plantas y ser reconocidos por su belleza, se alimentan de insectos, que de no ser controlados afectarían a la humanidad. Lo mismo ocurre con los murciélagos: “Sin ellos no habría tequila ni mezcal, porque polinizan los agaves, pero también controlan poblaciones de mosquitos; si desaparecieran, tendríamos epidemias terribles de dengue y malaria”, aseguró el experto en ornitología.
“La vida silvestre se conforma de especies no domésticas, las que existen más allá de nuestra puerta, en el mundo natural, ya sea en un parque, bosque, selva o mar, y que conforman 99.9 por ciento del total de los organismos que hay en el planeta: animales, plantas, hongos, bacterias y virus”
Solemos hacer juicios morales de la naturaleza y decir que una planta es “mala” o un animal “bueno”; en el mundo natural no es así, simplemente hacen lo que deben para sobrevivir, remarcó.
“Somos los humanos quienes sin conocer bien la riqueza biológica hacemos uso irresponsable de la naturaleza; así, creemos que porque un animal es bonito podemos tenerlo de mascota; hacer un ritual de brujería, como los amarres de San Valentín con los colibríes; o peor aún, nos los comemos.”
El universitario mencionó que los animales, incluidos nosotros, tenemos variados virus, y “si no conocemos bien a las especies que tenemos, menos sabemos de las enfermedades que pueden portar. Se nos puede antojar alimentarnos de un armadillo, pero la mayoría no sabe que son portadores de bacterias que causan lepra y corremos el riesgo de infectarnos. Algo similar ocurrió con la Covid-19 donde la evidencia científica reciente lo ubica relacionado evolutivamente con los virus de murciélagos asiáticos”.
Conservación, tarea de todos
“En la conservación de la vida silvestre todos debemos colaborar, con acciones como dejar de usar tanto plástico. En cualquier playa del mundo encontramos basura, y a veces llega desde muy lejos por las corrientes marinas.”
Otra medida es asegurarnos que el bloqueador que usamos no afecte a la vida marina, porque algunos son extremadamente tóxicos para los corales. Una más es ser responsables con nuestras mascotas como los gatos, para que no cacen poblaciones de especies silvestres de aves o lagartijas.
También, evitar tener mascotas que provengan de un medio natural, como pericos nativos, cuyas poblaciones están en peligro. “Si vemos tres de esas aves en venta, significa que aproximadamente otras 36 murieron en el camino a la ciudad”.
En el Día Mundial de la Vida Silvestre recordemos que todas las especies, incluso los microorganismos del suelo, tienen un papel esencial en la naturaleza, y que debemos cuidarlas por igual, concluyó Hernán Vázquez Miranda.
Con información de UNAM.