Rogelio Jiménez Pons, director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), afirmó que el Tren Maya además de refundar ciudades enteras a partir del trazado de la vía del tren y de sus estaciones, será detonante de bonanza económica para las familias que viven en esta zona, por lo menos durante 100 años.
“El proyecto del Tren Maya tiene la obligación de ser más allá de una vía y un tren: está obligado a crear condiciones de desarrollo bajo un horizonte de planeación de 30, 50 y hasta 100 años, y de lo que este tipo de infraestructura puede significar para la región”, destacó. En entrevista con Quadratín Quintana Roo, precisó que los trenes tienen características muy particulares: “para empezar, contaminan 100 veces menos que una carretera y el desarrollo que propician es muy puntual, a diferencia de las carreteras que en cualquier punto se puede bajar.
En el caso del tren lo que se privilegia es la ubicación de las estaciones y, en consecuencia, se van desarrollando los centros de ciudad o nodos de conectividad y tiene una importante incidencia en el desarrollo urbano”.
Desde el anuncio formal de la intención de llevar a cabo esta obra, distintos actores sociales han manifestado interrogantes en cuestiones ambientales, científicas y sociales, las cuales se han ido despejando progresivamente, sin embargo, el titular de Fonatur reconoce que el proyecto del Tren Maya está trabajando muy de cerca con instancias científicas y académicas para solventar cualquier incidencia que pudiese presentarse: “Si se trata de un aspecto científico nosotros ya armamos una mesa científica de apoyo.
Tenemos varios grupos que nos están asesorando, no solo para el Tren Maya sino para el ámbito nacional. Muchos aspectos sociales y ambientales se han tratado por Fonatur de la forma más objetiva posible, ¿esto qué significa?, que si nosotros encontramos nuestra actividad en alguna zona sensible en las áreas ambiental y social, tenemos que recurrir a la interpretación clara y objetiva a través de la ciencia y la técnica para entender la problemática y, en consecuencia ofrecerle a la sociedad la solución más eficiente y objetiva”.
La discusión que se ha tenido es válida y es bienvenida, enfatizó Rogelio Jiménez, y acepta la preocupación, siempre y cuando esté basada en datos objetivos. “Posiblemente a nosotros nos ha fallado el no tener una campaña de difusión, porque no tenemos los recursos, se nos ha criticado sin tener la información clara del proyecto, si bien nosotros hemos fallado en no dar la información que ya tenemos, también se ha prejuiciado”, destacó.
En ese sentido, el responsable del Tren Maya aseguró que “se han dicho cosas que no tienen mucho sentido, en términos de que se va a destrozar la selva, cuando realmente el tren pasa donde ya existe vía y en donde el impacto ambiental es notorio”.
Algunas de las preocupaciones que se han manifestado en diferentes publicaciones están relacionadas con el Gran Acuífero Maya, la red de ríos subterráneos que dota de agua potable a la Península de Yucatán, la cual se piensa comúnmente que podría ser afectada por la vibración de este tren, el cual su ancho máximo será de 12 metros para los carriles de ida y vuelta, y existe cierta zozobra respecto a los estudios ambientales pertinentes para la construcción de esta obra.
Ante estas interrogantes, el arquitecto Rogelio Jiménez Pons contestó: “estamos previendo y sabemos perfectamente y tenemos el apoyo del Instituto de Geofísica de la UNAM, y de diversos organismos que nos están dando apoyo técnico y científico, porque sí son zonas susceptibles de sufrir colapso.
Evidentemente donde detectemos ese peligro se tienen que dar soluciones de ingeniería que nos garantice la salvaguarda y seguridad de todo el sistema ferroviario” y obviamente, el factor natural y ambiental, sostuvo.
El Tren Maya será un tren de velocidad media, de hasta 160 kilómetros por hora, “haremos todo lo conducente y pedimos a la sociedad geológica nos ayude en este asunto para revisar conjuntamente los potenciales peligros y darle una solución para no afectar (…) calculo que será hacia finales de año cuando se tengan los resultados de los proyectos, primeras evaluaciones ambientales y a partir de fin de año tendremos los primeros estudios de impacto ambiental”, adelantó.
Los tratados que México ha firmado como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que se tiene que realizar una consulta indígena previa, libre e informada en la lengua de cada etnia, la cual está contemplada dentro del proyecto del Tren Maya, según han señalado por separado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y el titular de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, quien agregó que: “hay dos áreas importantes, donde no existen vías ferroviarias, por ello se hará una consulta indígena y donde ya existe ferrocarril, ahí es otro tipo de información que se dará a conocer.
Un primer paso es una estrategia de comunicación denominada el Tren que Nos Une”. Rogelio Jiménez Pons ha estado ligado a la actividad turística y al desarrollo urbano desde finales de los años setenta, experiencia acumulada que le ha dado la visión para proyectar en firme, el nuevo rumbo que Fonatur tomará en esta administración federal.
“Fonatur debe buscar cómo fortalecer las virtudes que lo han llevado a haber creado algunos de los destinos más importantes del país como Cancún, Ixtapa y Los Cabos, cómo potencializar sus virtudes, así como sanear los defectos y broncas que existen, e ir analizando las distintas problemáticas que se han creado en los últimos años y lograr así optimizar la operación, siempre partiendo de la capacidad existente y corrigiendo los defectos que en los últimos años se han presentado, esa es la nueva filosofía”, acotó.
“Hay que cambiar la visión de desarrollo de Fonatur para que sea más incluyente socialmente y más respetuoso ambientalmente”, enfatizó. “Eso implica un reto en términos culturales: ser congruentes con nuestros productos, con nuestras capacidades de atractivos turísticos y, en consecuencia, buscar fórmulas económicas que permitan desarrollar nuevos productos”, manifestó en entrevista para Quadratín Quintana Roo.
La tarea no se vislumbra sencilla, dijo, ya que esta instancia federal ha sido señalada recurrentemente por la opacidad con la que se había manejado en administraciones federales anteriores en proyectos como el Malecón Tajamar en Cancún, donde se invitó a inversionistas a desarrollar un área de manglar, protegida por las leyes ambientales mexicanas y que generó un movimiento social de defensa organizado por ciudadanos de Cancún, logrando fallos judiciales para la restauración de este emblema de la defensa del medio ambiente.
Al respecto, Rogelio Jiménez aclaró que la situación actualmente: “es difícil, ojalá lleguemos a una armonización de intereses, tanto de la comunidad ambiental, comunidad cancunense, inversionistas y gobierno. Nos hace falta recorrer el alcance de la decisión judicial y ver qué alternativas tenemos para que el resultado sea lo mejor posible para las partes.
En este tipo de cosas hay un conflicto de intereses y, en su momento, hubo negligencia de las autoridades de administraciones anteriores. Estamos ante un problema muy fuerte”, aceptó.
Nosotros no hemos terminado de hacer el diagnóstico legal y tampoco hemos recibido la opinión de la Semarnat, “nos falta tiempo para definir qué pasará con Tajamar. Hay la mejor disposición y algunos grupos de ambientalistas están dispuesto a que se abra, pero tenemos que esperar”, concluyó el director general de Fonatur.
Con información de Quadratín.