- Por ley, el INAH determinará, metro por metro, la factibilidad del proyecto; en tanto no se lleven a cabo los dictámenes correspondientes, no se efectuarán trabajos constructivos
En octubre de 2018, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tuvo conocimiento del Proyecto del Tren Maya. Desde entonces, se ponderó el alto potencial arqueológico que podría estar en riesgo por esta obra, la cual recorrerá cinco estados de la península de Yucatán (Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo), a lo largo de casi 1,500 kilómetros.
Para dar el visto bueno de construcción, el INAH solicitó varios requisitos al Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) ―instancia responsable de realizar la obra―, entre los cuales se encontraba el trazo mismo de la ruta. El Proyecto Ejecutivo para la construcción del Tren Maya fue evaluado en reuniones extraordinarias por el Consejo de Arqueología de la institución, organismo colegiado que el 23 de enero de 2020 determinó que el proyecto es viable, pero que se debería acompañar de los programas y trabajos arqueológicos apropiados para evitar afectaciones al patrimonio arqueológico.
El documento académico para la atención de dicho trabajo, elaborado por el INAH, tiene como fundamento evitar afectaciones previstas en la obra y llevar a cabo una investigación científica profunda mediante el salvamento arqueológico, la cual permita un mayor conocimiento de la historia antigua de los mayas de estas regiones.
El Instituto considera un área de influencia de 30 kilómetros, 15 a cada lado de la vía, debido a que el Tren Maya será de alta velocidad, lo que requiere de curvas muy amplias para evitar accidentes. En ese margen de 30 kilómetros se tienen 1,773 sitios inscritos en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, que van desde concentraciones de materiales y sitios de carácter gráfico-rupestre, hasta monumentales.
Frente a este panorama y con el objetivo de dar una respuesta institucional en el menor tiempo, se planteó la necesidad de contar con un levantamiento topográfico con tecnología LIDAR, el cual permitirá avanzar en la interpretación del terreno a ser impactado, definir áreas críticas, hacer las verificaciones en el campo y establecer estrategias coordinadas con el FONATUR y las empresas constructoras.
Lo anterior, en aras de proteger el patrimonio arqueológico y llevar a cabo acciones que, con base en modificaciones del trazo, la incorporación de vestigios al propio proyecto constructivo o excavaciones de salvamento arqueológico, den paso al desarrollo del proyecto del tren.
Los primeros diagnósticos realizados sobre las rutas proporcionadas o publicadas por el FONATUR, permitieron establecer que la obra incidiría en 31 zonas arqueológicas abiertas oficialmente a la visita pública; en 19 zonas arqueológicas con algún grado de visita; en 1,773 sitios arqueológicos (de diversas características) inscritos en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos, Históricos y Paleontológicos; así como en 42 cenotes.
Con los primeros resultados de la prospección LIDAR, llevada a cabo mediante un convenio con el FONATUR y con recursos propios, se han hecho las interpretaciones correspondientes al Tramo 1 (Palenque-Escárcega), donde se ubican Palenque, Pomoná, Moral-Reforma y 480 sitios arqueológicos registrados, entre ellos Aguada Fénix, recientemente descubierto, con el fin de hacer del conocimiento del FONATUR los puntos críticos con alta presencia de vestigios arqueológicos, mismos que se encuentran en proceso de valoración.
Por ley, el INAH determinará, metro por metro, la factibilidad del proyecto que se presentó, una vez que se realicen y se cuente con los resultados de los sobrevuelos con LIDAR, técnica de teledetección óptica, la cual permite obtener una muestra densa de la superficie y detectar la concentración de vestigios culturales. En tanto no se lleven a cabo los dictámenes correspondientes, no se podrán efectuar trabajos constructivos.
Asimismo, se harán intervenciones simultáneas en los siete tramos que comprende el tren y, de ser necesario, excavaciones de forma paralela a los reconocimientos de superficie.
El trabajo del INAH y del FONATUR está vinculado desde que esta última instancia presentó ante el Instituto el trámite correspondiente para lograr el visto bueno de la obra. El acompañamiento de la obra del Tren Maya que lleva a cabo el INAH, tiene por objetivo, desde el ámbito arqueológico, avanzar en el conocimiento de las sociedades pretéritas en las distintas regiones por donde cruza la ruta, mediante una investigación de salvamento arqueológico.
Actualmente, más de la tercera parte de la investigación arqueológica nacional está vinculada con la actividad de salvamento. La profesionalización ―cada vez mayor― de estas tareas, las cuales se desarrollan durante la supervisión de obras de infraestructura, ha producido y sigue aportando información novedosa sobre el devenir de nuestro territorio.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del INAH, participa en el desarrollo de este proyecto de infraestructura, tanto del propio tren como de las obras derivadas de ello, garantizando que no se afecten los vestigios arqueológicos y la información arqueológica inherente, mediante exploraciones controladas para, finalmente, procesar la información recuperada y propiciar su divulgación en distintos ámbitos de la sociedad.
Con información de Cultura.