Bio in situ, una exposición que nunca se inauguró, pero que está en todas partes

0 5

Pese a tener ya todos los dibujos montados, un par de muros intervenidos, guías de mano y las salas listas, la exposición artística Bio in situ: en búsqueda de un método natural nunca se inauguró pues, como recuerda Cecilia Delgado Masse, directora del MUCA-Roma, “todo estaba a punto para recibir al público el 19 de marzo, un jueves, pero un día antes los vecinos del museo —los de al lado y los de enfrente— dieron positivo al coronavirus y, poco después, el lunes 23, comenzaron las Jornadas Nacionales de Sana Distancia”.

Sobre la muestra su autora, Sofía Probert, dice: “La pensé como una forma de hablar sobre toda la vida, la vegetal y la animal, y de cómo el hombre se ha distanciado de ella para enseñorearse y tratarla cual si fuera su amo. Es curioso cómo Bio in situ coincide con la llegada de un virus surgido de ese egoísmo tan humano que perturba ecosistemas y lo daña todo; nada de esto se contemplaba y, no obstante, terminó ampliando el abanico de diálogos aquí planteados”.

Sofía es una artista de 21 años que actualmente se prepara para ser bióloga y, quienes la conocen, destacan de ella dos cosas: el ser muy observadora y que, a la menor provocación dibuja reproduciendo a lápiz o en pluma detalles en los que nadie más repara. Ambas características se aprecian en su propuesta plástica que, a un mismo tiempo, defiende lo natural y crítica a la voracidad de lo moderno.

“Cuando comencé con la carrera de Biología me sorprendió ver que ya no estudiamos las especies como se hacía antes, sino su desaparición… ¿Qué dice eso de nosotros y de dónde estamos?”.

Bio in situ consta de 60 piezas, en su mayoría dibujos a tinta y en blanco y negro que reproducen rizomas, nervaduras de hoja y otras estructuras biológicas, así como de un fresno pintado en las paredes del MUCA de tal forma que parece salirse por las ventanas para fundirse con el follaje de los árboles reales que crecen a las afueras del museo, en la esquina formada por las calles de Colima y Tonalá.

No obstante, todos estos cuidados tomados en la curaduría se perderán para el público debido a que hoy es imposible recorrer físicamente la galería, por lo que Sofía y Cecilia han ensayado nuevas formas de acercarse a la gente, como recorridos virtuales, talleres vía internet, videocharlas y la elaboración de un libro, lo cual ha permitido que la muestre llegue no sólo a personas de Ciudad de México, sino de Guatemala, Polonia, Alemania y Colombia.

“Es paradójico, esta pandemia ha hecho que algo pensado para exhibirse en un lugar pueda verse por doquier, y que esta muestra, cuyo nombre es Bio in situ, siga ya no en uno, sino en muchos sitios”.

La bioética como un puente entre dos mundos
El primero en mencionar el término bioética fue Van Rensselaer Potter, quien ya en 1971 advertía —desde las páginas de su libro Bioethics: bridge to the future— sobre la necesidad de crear dicha disciplina, pues en el mundo él observaba “dos culturas separadas: las ciencias y las humanidades, incapaces de hablar una con la otra, y si ésta es la razón de que el porvenir de la humanidad sea tan incierto entonces es preciso hacerlas dialogar para crear un puente entre ambas; sólo así podremos transitar hacia un mejor futuro”.

Por ser una persona con un pie en las humanidades (las artes) y el otro en las ciencias (la biología), no extraña que la producción de Sofía busque tender esos puentes de los que tanto hablaba el doctor Potter. “¿Qué imaginas si te describo a un animal de exoesqueleto simétrico formado por carbonatos de calcio? ¿Y si tomo a esa misma criatura, pero ahora recito un poema sobre ese ‘burgués de la vereda’ —como escribía Lorca— y descubres que se trata de un caracol?”.

Para la joven de 21 años, saber situarse en esa encrucijada es lo que permite crear no sólo asombro, sino saber crítico, “pues el arte es una herramienta que permite conectar con la ciencia, mas no a partir del dato duro y el concepto frío, sino al poner frente a nosotros cuestiones existenciales que apelan al sentimiento y lo corporal”.

Uno de los científicos (y también artista) que mejor logró esto fue el “padre de la neurociencia”, Santiago Ramón y Cajal, quien al dibujar lo que él llamaba sus “bosques neuronales” hizo que la gente común entendiera cómo operaban las células nerviosas y que pintores como Dalí o Miró tomaran dichos cuadros como inspiración de sus estilos.

De entre las piezas más llamativas creadas por Sofía para Bio in situ se encuentra una intervención a una de las paredes del MUCA llamada Naturaleza mental, donde ella pintó un árbol, pero no vegetal sino de ideas, donde de un concepto central, el Yo, se desprende un enramado de nociones que gravitan entre sí de forma aleatoria y que funcionan un poco como aquellas neuronas dibujadas por Ramón y Cajal, ya que dialogan entre sí por contigüidad y no por continuidad.

¿Por qué nos enoja que las raíces de una jacaranda levanten el pavimento, que las palomas se posen en las fachadas de nuestros edificios o que el otoño llene las calles y patios de hojas? ¿Por qué creemos que la naturaleza conlleva algo de sucio mientras que la civilización es limpia?, éstas y muchas otras preguntas son las que a menudo se hace la joven y sobre las que invita a reflexionar

Bajo el entendido de que ética se refiere a la interacción entre las personas y que la bioética alude a la relación del humano con los sistemas biológicos, Sofía es tajante: “Sí, mi mensaje es bioético y mi herramienta para difundirlo es la plástica, pues abordar la ciencia a partir del arte te permite compartir datos, análisis, preguntas, sugerencias y crítica; a fin de cuentas, siempre será más fácil captar la esencia de un dibujo que entender un artículo científico”.

Para participar de la experiencia de Bio in situ es posible hacer un recorrido virtual desde la web del MUCA-Roma; acceder a más material en los sitios de Facebook o YouTube del museo, o visitar las redes (@sofia.probert) o la página de la artista: sofiaprobert.com.

Con información de Gaceta UNAM