La temperatura al interior del penal de Cadereyta ronda los 40 grados centígrados, pero Diego Santoy, el joven sentenciado por el homicidio de 2 hermanos que conmocionó al país en el 2006, viste de pants y sudadera gris, con tenis del mismo color.
Es uno más de los mil 841 internos con los que cuenta este centro penitenciario, pero su “fama” es evidente. Accede de buena gana a dar una entrevista, pero pone una sola condición: que su rostro no aparezca frente a las cámaras.
Tras cerciorarse de que su petición se cumplirá, revela cual es su expectativa cuando salga del lugar donde ha pasado los últimos 12 años y medio.
“Olvidarme de este lugar, o sea, llevarme lo bueno que aprendí, pero todas las experiencias malas hacerlas a un lado, esto no deja de ser una enseñanza, es parte, es como si fuera una escuela, aquí aprendes mucho.
El valorar lo que realmente importa, porque estas afuera y das por hecho que lo que tienes te lo mereces, y a veces no es así”. Las nuevas autoridades del penal definen a Diego como un buen muchacho que no se mete en problemas.
Detrás de los lentes de pasta negros que ahora porta, hay un rostro más redondo que el mostrado la década pasada, cuando su caso se convirtió en un show mediático.
Poco queda de aquel joven veinteañero, que hoy asegura ver la vida desde otra perspectiva, ya con una esposa y un hijo, a quienes asegura que no ve como quisiera. Trabaja en uno de los 11 talleres, es serio pero amable en sus respuestas, y tiene en claro que el mundo que lo espera afuera es muy distinto al que dejó en el 2006.
¿Qué esperas que la sociedad haga contigo cuando salgas? “Pues simplemente ignorarme, no espero nada bueno ni nada malo, nada más simplemente el día en que yo salga de aquí, haya cumplido con una condena y seguir con mi vida, nada más”
¿Piensas quedarte en Monterrey? “No es la idea”
Durante el motín del 2017 que dejó decenas de muertos, Diego, al igual que muchos internos más, fue severamente golpeado. A la distancia, reconoce que pensó que ya no la contaría.
Afirma que la dinámica del penal es similar a la de la vida afuera de los muros de 8 metros de altura, y todo depende de la actitud que muestres. Por increíble que parezca, reconoce en la entrevista que si ve las noticias, y eso le permite tener una noción del Monterrey actual.
Hace unos años, Diego consiguió una reducción de su sentencia, de 138 a 71 años. No obstante, de acuerdo a la ley, no puede purgar más de 40 años en prisión.
Aunque todavía falta mucho tiempo, el hombre que en algún momento fue conocido como “El Asesino de Cumbres”, ya tiene muy claro lo que hará. “(Saldré) pues a empezarla otra vez, no continuar (mi vida), la dejé completamente estancada, sin terminar de estudiar ni nada, entonces es realmente salir y empezar a hacer una vida”.
Con información de Milenio.