Cuando cuatro chimpancés capturan a un joven duiquero azul para jugar con él, podría pensarse que lo quieren para tenerlo como una especie de mascota.
Sin embargo, el final no es tan bueno para el antílope.
El comportamiento juguetón de los monos es demasiado agresivo y el duiquero termina muerto.
Pero los chimpancés no se inmutan y siguen jugando con el cuerpo durante otros 30 minutos.
Y es que el duiquero no es para los simios una mascota, en el sentido en el que lo entendemos nosotros.
Los animales no tienen mascotas. No verás a un chimpancé sacar a un perro a paser o a un elefante comprar una tortuga para que le haga compañía.
Al parecer, convertir a un animal en parte de la familia es algo que solo los humanos hacen. Pero la pregunta es, ¿por qué?.
No está claro cuándo comenzó el ser humano a domesticar animales.
Sabemos que, hace miles de años, nuestros antepasados probablemente solían tener lobos alrededor. Posiblemente los capturaron de jóvenes, los domesticaron y se dieron cuenta que eran útiles para la caza.
Poco a poco se volvieron animales más mansos, y evolucionaron hasta convertirse en perros.
Esto pudo haber empezado hace 27.000 años, de acuerdo a un estudio publicado en mayo.
Desde entonces los humanos han querido rodearse de perros y tener mascota se ha convertido en una práctica común en muchas culturas.
Pero si se considera cuán costoso resulta tener mascota, la voluntad de adoptar un animal podría resultar hasta extraño.
Necesitan comida, atención sanitaria y una casa en la que vivir.
Y aunque claramente hacen compañía, cuidar de ellos consume mucho tiempo y generalmente es en beneficio de uno solo (a excepción de los perros guardianes o guía, por ejemplo).
No puedes esperar que tu mascota te corresponda con algo material. Y aun así, miles de personas las tienen y las consideran parte de la familia.
Son varias las razones con las que se ha tratado de explicar el fenómeno.
Durante décadas prevaleció la visión de que, además de compañía, los animales domésticos proveen de beneficios para la salud. Se decía que tener una mascota mejoraba el bienestar psicológico, incluso que podían hacer que sus amos vivieran más.
Mientras algunos demostraron que las mascotas mejoran algunos aspectos de la salud, otros, más recientes, concluyeron que pueden provocar justo lo contrario.
Por ejemplo, una investigación halló que los dueños de mascotas tienden a tener más problemas de salud mental y a sufrir mayores niveles de depresión que aquellos que no las tienen.
Y otra sugiere que la felicidad de aquellos que tienen animales en casa no es mayorque la de los que no cuentan con su compañía peluda.
Pero aunque los supuestos beneficios han sido ampliamente desacreditados en los últimos años, siguen perpetuándose en los medios más populares, dice John Bradshaw, de la Escuela de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Bristol, en Reino Unido.
“La gente no vive más si tiene mascota. Ese argumento ya se desechó”, remarca.
Sin embargo, compartir la vida con un animal pudo haber sido útil en el pasado.
“Está demostrado que las hembras ayudaban a mamíferos indefensos”, explica Bradshaw. Y también que existía un nutrido comportamiento empático.
Otras teorías sugieren que tener un perro como mascota podría ser una “señal honesta” del dinero que tiene el dueño. Esto es, significaría que tiene suficientes recursos extra para cuidar del animal.
“Hay mucho de historia y de cultura en el deseo de cuidar de los animales, pero básicamente es un instinto que solía ser una señal clara de la capacidad humana de hacerlo”, dice Bradshaw.
James Serpell, profesor de ética y bienestar animal en la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos, va más allá.
El experto asegura que las mascotas dejaron en los humanos beneficios evolutivos.
Como somos especies sociales, dice, constantemente buscamos entablar relación con otros individuos, incluidas las mascotas.
“Los humanos con falta de apoyo social son más vulnerables a las enfermedades y las infecciones”, añade.
Sin embargo, admite que esdifícil demostrareste efecto y que, como se ha visto, los resultados son inconsistentes.
Además, la cultura también juega un papel en esto. No todas las sociedades tienen mascotas.
Un análisis transcultural llevado a cabo en 60 países concluyó que en 52 de ellos tienen perros, pero sólo en 22 son considerados compañía o mascota.
Algunas culturas tratan a estos animales con crueldad, como el antropólogo Jared Diamond pudo observar en una tribu de Papúa Nueva Guinea.
Y otras, como la tribu Kiembu de Kenia, sólo tienen perros para que protejan a sus miembros. Así, nunca abrazan a estos animales, ni les permiten acceder al interior de las viviendas. Ni siquiera existe un término en su lengua para designar a las mascotas.
Harold Herzog, de la Universidad de Carolina del Sur, en EE.UU., dice que estas diferencias muestran que la tenencia de mascotas es puramente cultural.
Las tenemos porque otros las tienen, porque es “socialmente contagioso”, explicó Herzog ante una multitudinaria audiencia durante la convención anual de la Asociación para la Ciencia Psicológica en Nueva York, EE.UU.
“Estamos predispuestos a que nos atraiga lo animado, a que los cachorros nos parezcan lindos, pero ese perrito que se ve tan lindo en EE.UU. puede ser percibido como comida en Corea del Sur. Entonces, ¿qué pasa con eso?”, preguntaba.
¿Cuál fue su conclusión? Que tener mascota es el resultado de las claves sociales aprendidas de otros. En otras palabras, es un meme, una tendencia que se refuerza constantemente debido a su propia popularidad.
Las revolucionarias teorías para explicar la tenencia de mascotas no son suficientes, argumenta el experto. Y señala un estudio que analizó 48.000 inscripciones del American Kennel Club (AKC), un registro de las genealogías de perros de raza pura en EE.UU.
El análisis concluyó que existen ciclos de popularidad en cuanto a las razas.
“Se ponen de moda o lo dejan de estar, igual que unas zapatillas”, asegura.
Por ejemplo, la popularidad del bulldog inglés está resurgiendo y los perros de pura raza dejaron de ser los favoritos.
Asimismo, aumentó el interés por los perros recogidos de la calle, adquiridos en un refugio.
Son ciclos similares a los que vive el mundo de la moda, equipara Herzog.
Sin embargo, Serpell no está de acuerdo. El experto cree que el tener una mascota se produjo de forma natural en las comunidades cazadoras-recolectoras, que es inherente a la evolución de éstas.
“Equiparar la tenencia de mascotas con las fluctuaciones de la moda es incomprensible, ya que se sabe que los humanos tienen este tipo de relaciones con los animales desde hace miles de años”, argumenta.
Sin embargo, para Herzog el hecho de que nos sintamos atraídos por los cachorros no es suficiente para que la práctica se haya generalizado. “Para que se convierta en una faceta característica de una sociedad es necesaria la transmisión cultural”, explica.
“Es por eso por lo que hay tantas variaciones regionales e históricas en la frecuencia y la forma de tener mascotas”.
Así que es realmente difícil determinar qué es exactamente lo que hace que los humanos tengan animales de compañía y es posible que sea una combinación de factores.
Con información de BBC mundo.