Para comprender este trastorno, en primer lugar hay que entender que las personas que padecen Dismorfia Corporal, viven con una tenaz e insistente obsesión: perciben en su cuerpo claros defectos, carencias o deformidades.
Lo fundamental es que para estas personas lo que perciben y la realidad, son lo mismo. No ponen en cuestión su percepción (por definición subjetiva), sino que la consideran una verdad objetiva e incuestionable. Tanto es así que, aunque el entorno opine lo contrario o consideren que están exagerando en la valoración que hacen de sus defectos, ellas y ellos se mantienen firmes en su creencia, considerando que los demás les dicen aquello para consolarles o directamente engañarles.
Las personas que padecen Dismorfofobia viven en un estado de gran ansiedad y angustia. A partir de la percepción distorsionada de su cuerpo, se genera una forma incorrecta e irracional de pensamiento y una rumiación constante, y en consecuencia aparecen comportamientos que crean conflictos en la pareja, la familia o en el trabajo, y que también producen conductas de elevado riesgo, como acudir a una cirugía, en ocasiones muy radical y agresiva, reiteradas veces, para resolver un defecto que sólo está en su percepción, en su procesamiento cognitivo.
El procesamiento cognitivo diferencia al ser humano de otras especies (los reptiles no son capaces de este tipo de procesamiento).
Este mecanismo hace que la imagen que percibe la retina sea procesada por el cerebro y “reelaborada” según las creencias, expectativas, miedos, deseos…
Del procesamiento cognitivo surgen logros y creaciones, el arte o la literatura, pero también, cuando este procesamiento no se realiza de un modo correcto, la “reelaboración» está distorsionada, lo que ven nuestros ojos, nuestro cerebro lo convierte en otra cosa.
El Trastorno Dismórfico o Síndrome del Espejo no es muy común, sólo entre un 1% y un 2% de la población ha sido diagnosticada. En cambio si es un trastorno psicológico que ha tenido en los medios de comunicación una gran relevancia al afectar a personas famosas, algunas de las cuales para transformar su imagen, se sometieron a una cirugía muy radical.
Cómo afecta el Trastorno Dismórfico Corporal
Cómo hemos explicado, la persona que tiene una Dismorfofobia o Síndrome Dismórfico cree de manera exagerada que tiene uno o más defectos o imperfecciones en su aspecto físico.
Esta creencia sobre su imagen se expresa con una gran preocupación, una obsesión que genera angustia y malestar. La persona puede llegar a aislarse socialmente, evitando así que los demás vean sus “defectos”.
Según muchos estudios el inicio de esta creencia podría iniciarse en la adolescencia, aunque puede aparecer a cualquier edad.
El Trastorno Dismórfico Corporal lo sufren tanto hombres como mujeres. Las preocupaciones más frecuentes son defectos de la cara (nariz –que según los estudios ocupa el 45% de los casos–, dientes, arrugas, pelo…), defectos del cuerpo (abdomen, nalgas…) y olores corporales.
Lo que se observa es que las mujeres se preocupan más por la cara, el pelo y la forma o el tamaño de los pechos, y los hombres se centran más en el aspecto y tamaño de los genitales.
Una variante del Trastorno Dismórfico es la Vigorexia o Dismorfia Muscular.
Se caracteriza por la obsesión por obtener un cuerpo hipermusculado, lo que conduce a estas personas —principalmente hombres— a pasar horas en el gimnasio y a consumir hormonas y anabolizantes esteroides para aumentar la masa muscular.
Las personas que padecen Vigorexia se ven excesivamente delgadas a pesar de tener un cuerpo muy musculoso, presentan pensamientos reiterados de preocupación y mantienen constantes rituales (dedicar horas a los ejercicios de musculación, pesarse continuamente, llevar una dieta muy estricta y restrictiva, etc.).
Los vigoréxicos y vigoréxicas tienden a evitar situaciones en donde pueda ser observado su cuerpo (Salaberría, Borda, Amor y Echeburúa, 1998).
Los 6 principales síntomas de Dismorfia Corporal
Algunos de los síntomas más comunes son:
- La preocupación excesiva por los defectos e imperfecciones percibidos de algún o algunos aspectos de la cara, el cuerpo y/o de olores corporales.
- Esos “defectos” no son observables por los demás o parecen no tener la importancia que la persona les otorga.
- Se suelen realizar comportamientos repetitivos tales como mirarse mucho al espejo, cambiarse muchas veces de ropa antes de salir, buscar información en internet sobre cómo remediar el “defecto” o comparar su aspecto con el de otros u otras.
- Se utilizan gran variedad de productos de belleza, cremas, maquillajes, etc.
- Hay una tendencia a peregrinar por médicos especialistas como cirujanos, dermatólogos… para buscar una solución al “defecto” o a la “imperfección”.
- Se incrementa la actividad física y nunca es suficiente.
Contexto social
Las redes sociales y los medios de comunicación están extendiendo un concepto muy poco saludable:
Parecer es más importante que Ser.
Se extiende como válido un canon de belleza “espectacular”, que impresiona e impacta, sobre todo a aquellas personas vulnerables que examinan y cuestionan con facilidad su propia imagen corporal.
Sería importante que se transmitiera un mensaje diferente, donde la natural diversidad de cuerpos y formas, se expresara con respeto y aceptación, y no con la crítica, la desaprobación o la comparación.
Biografía y entorno personal
En el desarrollo de un Trastorno Dismórfico, además de la presión social, hay otras cuestiones externas que contribuyen a su génesis.
Las situaciones adversas que se hayan vivido durante la infancia y la adolescencia (burlas o acoso escolar por parte de los compañeros), o la presión o exigencia de la familia o de la pareja para aproximarse a esos cánones de belleza, suelen estar en el origen de estos trastornos.
Personalidad
Hay aspectos de la personalidad, como la timidez, el temperamento ansioso, la tendencia al perfeccionismo, la autoexigencia, la necesidad de aprobación social, y la baja autoestima, que están muy relacionados con el inicio y curso de un Trastorno Dismórfico.
Consecuencias de una preocupación excesiva por los defectos físicos
Las consecuencias afectan a todas las esferas de la persona: emocional, familiar, social, académica y laboral.
La Dismorfofobia conduce a:
- Angustia.
- Ansiedad.
- Síntomas de depresión.
- Pensamientos obsesivos o rumiación.
- Comportamientos ritualizados.
- Baja autoestima.
- Inseguridad y tendencia al aislamiento social.
Se dedica mucho tiempo a examinar esas supuestas imperfecciones o a intentar buscar una solución para ocultar o disimular los defectos. Ropa, pañuelos, maquillajes, productos de estética, horas de gimnasio, peregrinación por médicos especialistas como cirujanos plásticos, dentistas, dermatólogos o nutricionistas.
Suelen necesitar que sus familiares y personas cercanas les dirijan palabras tranquilizadoras, que sólo aliviarán a corto plazo y que finalmente dejarán de ser útiles, hasta el punto de que terminarán pensando que no les dicen la verdad sobre su aspecto o que no se preocupan verdaderamente. En este sentido, se puede llegar a un deterioro de las relaciones familiares, de pareja o laborales.
Buscar en la cirugía una solución a un problema de Dismorfofobia, no solo no resulta útil, sino que en la mayoría de los casos agrava el problema, ya que no quedan satisfechos y puede dar lugar a nuevas intervenciones, entrando en un círculo muy peligroso.
Con información de Áreahumana.es