A pesar de la creciente conciencia de lo crítico que es el sueño para nuestra salud, conseguir un buen descanso nocturno sigue siendo cada vez más difícil en un mundo que siempre está “encendido”: respondiendo a correos electrónicos a todas horas, ciclos de noticias que cambian con cada tweet y mirando interminablemente la luz azul de las pantallas de los teléfonos móviles, tabletas y ordenadores.
Los científicos han subrayado la importancia de los hábitos de sueño saludables, recomendando al menos siete horas cada noche, y han vinculado la falta de sueño a un mayor riesgo en numerosas afecciones de salud, entre ellas la diabetes, los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades cardiovasculares.
Ahora un nuevo estudio muestra que el hecho de acostarse a su hora también podría tener un efecto en la salud. Investigadores de la Universidad de Notre Dame estudiaron la correlación entre la regularidad de la hora de dormir y la frecuencia cardíaca en reposo (RHR) y descubrieron que los individuos que se van a la cama incluso 30 minutos más tarde de su hora de dormir habitual presentan una frecuencia cardíaca en reposo significativamente mayor que dura hasta el día siguiente.
“Ya sabemos que un aumento en la frecuencia cardíaca en reposo significa un mayor riesgo para la salud cardiovascular”, dijo Nitesh Chawla, el profesor Frank M. Freimann de Ciencias de la Computación e Ingeniería de Notre Dame, director del Centro de Redes y Ciencias de la Información y autor principal del estudio. “A través de nuestro estudio, encontramos que incluso si se duerme siete horas por noche, si no se va a la cama a la misma hora cada día, no solo aumenta el ritmo cardíaco en reposo mientras se duerme, sino que ello se prolonga hasta el día siguiente”.
Chawla y su equipo analizaron los datos recogidos a través de Fitbit de 557 estudiantes universitarios en el curso de cuatro años. Registraron 255.736 sesiones de sueño, midiendo la hora de dormir, el sueño y el ritmo cardíaco en reposo. Se observaron incrementos significativos en el RHR cuando los individuos se fueron a la cama entre uno y 30 minutos más tarde de su hora normal de dormir. La hora normal de dormir se definió como el intervalo de una hora que rodea la hora media de dormir de una persona. Cuanto más tarde se acostaron, mayor fue el aumento de la RHR. Las tasas se mantuvieron elevadas hasta el día siguiente.
Sorprendentemente, acostarse más temprano que la hora normal de acostarse también mostraba signos de aumento de la RHR, aunque dependía de lo temprano que fuera. Acostarse 30 minutos antes de lo normal parecía tener poco efecto, mientras que acostarse más de media hora antes aumentaba significativamente la RHR. Sin embargo, en los casos de acostarse más temprano, la RHR se niveló durante la sesión de sueño. Los ritmos circadianos, los medicamentos y los factores de estilo de vida entran en juego cuando se trata de hábitos de sueño saludables, pero Chawla dijo que es vital considerar también la consistencia.
“Para algunos, puede ser una cuestión de mantener su horario regular de ‘semana de trabajo’ hasta el fin de semana”, dijo Chawla. “Para los trabajadores por turnos y los que viajan con frecuencia, acostarse a la misma hora cada noche es un desafío. Establecer una rutina saludable para acostarse, lo mejor que se pueda, es obviamente el primer paso. Pero mantenerse en ella es igual de importante”.
Los coautores del estudio incluyen a Louis Faust, Keith Feldman, David Hachen y Stephen Mattingly, también de Notre Dame.
Con información de NCYT Amazings