Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, se gastó en promedio el 34% del presupuesto de publicidad oficial en el último mes de cada año. Algunas dependencias llegaron incluso a ejercer todo su presupuesto de comunicación social solo en diciembre.
La administración pasada estuvo marcada por un gasto excesivo en comunicación social, más de 61 mil millones de pesos, según mostraron organizaciones como Artículo 19 y Fundar.
A través de los datos revelados por estas organizaciones, fue posible acceder a una versión completa de los datos de publicidad oficial que comprende el Sistema de Comunicación Social (ComSoc), de la Secretaría de la Función Pública.
Un análisis transversal de las 182 dependencias y entidades de la Administración Pública Federal (APF) ―la versión completa está aquí― muestra que éstas gastaron, colectivamente, hasta el 61.5% de su presupuesto anual de publicidad en diciembre. Este fue el caso de 2013, el primer año de la presidencia de Peña Nieto.
De 2013 a 2018, el gasto promedio en diciembre fue del 34.02% del total anual. En otras palabras, uno de cada tres pesos de las compras de comunicación social durante el sexenio pasado se erogó solamente en el último mes del año.
Los datos desagregados por institución muestran más claramente este patrón. En al menos un año del sexenio, 36 de las 181 dependencias analizadas gastaron en diciembre todo su presupuesto para publicidad del año. Diez de ellas incurrieron en este “gasto navideño” más de una vez.
Al considerar cualquier dependencia que gastó 80% o más de su presupuesto anual en los últimos dos meses del año, el número se eleva a 91. Es decir, la mitad de la Administración Pública Federal (APF).
Gastar más al final de año es un patrón recurrente en la APF, debido en primera instancia a que los recursos no ejercidos en un ejercicio fiscal suelen recortarse al siguiente. En el caso de publicidad oficial, sin embargo, este es un patrón mucho más marcado y recurrente que se agrava por dos razones más.
Por un lado, las dependencias que más incurrieron en el gasto acumulado generalmente son las que pueden requerir difusión constante a lo largo del año. Algunos ejemplos son la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA (CENSIDA) y el Instituto Nacional para la Ecología y el Cambio Climático (INECC).
Este tipo de dependencias, aunque son de menor tamaño y presupuesto, son importantes porque, en teoría, trabajan en favor de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA).
Por otro lado, a pesar de que las dependencias ostensiblemente realizan una planeación anual de sus estrategias de publicidad, muchas de ellas relegan sus contrataciones para el final del año. Según los datos del ComSoc, el tiempo promedio que tardan los contratos de diciembre en pagarse es de 20.6 días.
Con las compras acumuladas para diciembre, esto implica que al final del año hay un lapso muy corto en el que cuantiosos contratos de publicidad son asignados, acordados, firmados y pagados, lo cual dificulta procesos adecuados de contratación.
Los datos del ComSoc, entonces, apuntan a que el gasto en comunicación social del sexenio pasado no solo fue excesivo, sino también mal planeado. Un gasto así, “dejado para el último”, difícilmente podría cumplir los planes de comunicación anuales ni coadyuvar al éxito de las políticas públicas que requieren difusión entre la población.
Además, es preocupante que este “gasto navideño” en realidad sea un mecanismo de presión a los medios. Guardando contratos cuantiosos para el cierre del ejercicio fiscal, las dependencias federales pueden desincentivar silenciosamente la labor crítica de los medios e incluso empujarlos a la incertidumbre económica.
La administración de Andrés Manuel López Obrador tiene la oportunidad de salir de este patrón de mala gestión pública. Sería necesaria, por ejemplo, una mejor Ley General de Comunicación Social, con reglas y criterios de asignación claros para las compras de publicidad oficial.
Si el gobierno actual busca realizar cambios de fondo en la administración pública, debe recordar que no solamente es cuestión de gastar menos (o más, en cualquier caso), sino también de gastar mejor.
Con información de Aristegui.