Se ha convertido en una acción ineludible previa a la realización de cualquier obra de magnitud. Puede decirse que un estudio de impacto ambiental es un proceso técnico éticamente ineludible para identificar, predecir, interpretar, prevenir y comunicar la marca que un proyecto o una obra podrían dejar sobre el ecosistema y la población vegetal, animal y humana que allí habita.
Es decir que debe hacerse antes de que una obra se ejecute, de modo que pueda ser útil para morigerar, aliviar o, incluso, impedir un impacto no deseado.
Por lo tanto no se puede aplicar a obras ya realizadas. Además por su dificultad tiene un carácter necesariamente interdisciplinario pues intervienen en él cuestiones asociadas a la biología, la ecología, la economía y hasta la sociología.
Afortunadamente hace ya tiempo, se ha convertido en la información imprescindible que debe presentarse ante una autoridad ambiental para que ésta pueda evaluarlo y brindar, o no, el permiso oficial para realizar la obra.
En los últimos años se ha convertido en una herramienta insustituible para que ciertas actividades obtengan una licencia social que permita llevar adelante un emprendimiento sin conflictos sociales o políticos.
No obstante el estudio de impacto ambiental debe considerarse la condición necesaria pero no suficiente para que un proyecto se considere ambientalmente apto.
Suele ocurrir con cierta frecuencia que los resultados de un estudio de impacto ambiental resultan ser tan negativos que deben utilizarse para desacreditar e impedir algunos proyectos más que para avalarlos.
Con información de Infobae.