Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba, denunció el regreso de Estados Unidos a una política de hostilidad y confrontación con la isla, que festejó sin pompa este martes los 60 años de su revolución socialista.
“Ahora nuevamente el gobierno norteamericano parece tomar el rumbo de la confrontación con Cuba y de presentar a nuestro país, pacífico y solidario, como una amenaza para la región”, dijo el también expresidente cubano, ante la tumba de su hermano Fidel Castro, fallecido en 2016.
“De manera creciente, altos funcionarios de la actual administración, con la complicidad de algunos lacayos, difunden nuevas falsedades y otra vez pretenden culpar a Cuba de todos los males de la región”, añadió en presencia del presidente Miguel Díaz-Canel.
Estados Unidos y Cuba tuvieron un histórico acercamiento entre 2014 y 2016, durante la gestión de Barack Obama y Raúl Castro, donde se restablecieron relaciones diplomáticas y se reabrieron embajadas. Pero este buen momento llegó a su fin con la llegada al poder en 2017 de Donald Trump, quien recrudeció el bloqueo que Washington aplica a la isla desde 1962.
Ante mil invitados, incluida la cúpula del gobierno, Raúl destacó que en 60 años la revolución cubana, que inspiró a movimientos de izquierda en América Latina, “no ha tenido un minuto de sosiego”, frente a “12 administraciones” estadounidenses, “que no han cejado en el empeño de forzar un cambio de régimen en Cuba”.
No obstante, reiteró la disposición de su país a “convivir civilizadamente” con el vecino del norte, “en una relación de paz, respeto y beneficio mutuo”.
Por azar del calendario, este histórico festejo coincidió con la investidura del ultraderechista Jair Bolsonaro, al que Raúl acusó de alinearse con “la ultraderecha (de origen cubano) de Florida, que ha secuestrado la política de Estados Unidos hacia Cuba.
Bolsonaro califica de “dictadores de izquierda” a Díaz-Canel y al presidentes venezolano, Nicolás Maduro, que este martes destacó en Twitter el “ejemplo de resistencia y dignidad” que representa el pueblo cubano. Los mandatarios de Bolivia, Evo Morales, y de Nicaragua, Daniel Ortega, también enviaron felicitaciones.
Maduro, Morales y Ortega son los últimos sobrevivientes de una ola rosa que conquistó a América Latina, antes del giro a la derecha que dieron en los últimos años países como Brasil, Argentina, Chile o Perú.
Incluso en la isla, “el legado histórico de la revolución cubana parece muy desgastado, tanto desde el punto de vista político como económico”, señala Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad de la Florida.
A diferencia de los Castro, Díaz-Canel, quien reemplazó a Raúl en la presidencia en abril, no goza de la legitimidad de haber combatido a la dictadura de Fulgencio Batista.
Para el opositor Vladimiro Roca, la revolución “se va a extinguir por su propio peso”, porque “ya la juventud está cansada, no cree en nada de esto”, y “ya no tiene apoyo ninguno en el exterior”.
El “reto” económico
Amada y odiada, los seguidores de la revolución destacan sus logros en educación y salud, pero sus críticos le achacan un desastroso manejo de la economía, la existencia de presos políticos y la falta de libertades.
“Un reto que enfrentaremos en el año que hoy comienza es la situación de la economía, agobiada por las presiones en las finanzas externas a causa de las afectaciones en los ingresos en las exportaciones y el recrudecimiento del bloqueo”, señáló Raúl.
Y en ese contexto, Cuba apenas puede contar con aliados como Venezuela, que en plena crisis está luchando para asegurar sus entregas de petróleo a la isla.
Díaz-Canel ha reiterado que la batalla más importante” es la economía, que apenas creció 1,2% en 2018, muy por debajo del 5% necesario para impulsar el desarrollo de la isla.
En ese sentido, Raúl llamó a “reducir todo gasto no imprescindible y ahorrar, incrementar y diversificar las exportaciones, elevar la eficiencia”, y “potenciar la participación de la inversión extranjera”.
Precisamente, para “actualizar” su modelo económico, Cuba llevará a referendo el 24 de febrero una nueva Constitución, que reconoce el papel del mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera “como un elemento fundamental para el desarrollo”, sin renunciar al destino “comunista” y de partido “único” del país.
Artículo publicado por AFP