25 de febrero 2020
El estadunidense Bryson DeChambeau perdió el campeonato en un tiro fallido. El hoyo 17 era crucial para poder aspirar al título, que había peleado con agallas y sutileza durante la cuarta ronda en el Club Chapultepec. Pero el último golpe, ese con el que debería embocar la pelota para seguir como líder, se fue de largo. Un error que lo conmovió, pues ahí se iba la victoria.
Cientos de yardas atrás, en el grupo final, un jugador cerraba su recorrido con una economía de golpes asombrosa, su compatriota Patrick Reed hiló tres hoyos seguidos ahorrando un impacto en cada ocasión. Y mientras DeChambeau maldecía su suerte, Reed se colaba sin que nadie lo notara a la pelea y terminó por conquistar el Campeonato Mundial de Golf de México.
A mediodía el panorama era muy distinto. El español Jon Rahm, quien ayer embocó un asombroso hoyo en uno, ostentaba la cima durante la primera mitad de su recorrido. En su grupo se peleaba de manera muy cerrada con la persistencia de DeChambeau y a unos cuantos golpes de distancia con el irlandés Rory McIlroy, número uno de la clasificación..
Parecía que el título se definiría en ese grupo, sobre todo cuando Rahm empezó a decaer y a necesitar más golpes en algunos hoyos. DeChambeau entonces afinó sus tiros y consiguió ocho birdies, es decir, terminaba los hoyos con un golpe menos de los necesarios.
Parecía que nadie lo movería, aunque varios jugadores acechaban. Hasta que llegó a ese hoyo engañoso, el número 17. Dicen los ca-ddies que el campo traiciona porque parece fácil. Es un hoyo que parece corto y directo, explica Jesús Gallegos, caddie de tercera generación; le quieren tirar a la bandera, pero ahí hace un efecto extraño y caes en la trampa o te vas largo.
DeChambeau lo comprobó cuando se enfrentó a ese monstruo. El golpe con el que debía llegar al green, la zona tersa donde se encuentra el hoyo, no tuvo fortuna. Al ver cómo la pelotita se extraviaba algo le hizo intuir que estaba en serios problemas. Los aficionados pegados a sus celulares seguían la persecución del último grupo donde tiraba Reed. Fue simultáneo cuando empezaron a quebrar el silencio con un susurro.
Ya los alcanzó Reed, dijo un hombre mayor y otros empezaron a comprobarlo en sus dispositivos. Parece que van a pelear en los últimos hoyos. A ver si no empatan, decían otros.
Cuando llegaron al hoyo 18, DeChambeau ya no mostraba el empuje que tuvo en el recorrido. Sabía que lo que había ocurrido en el tramo anterior había sido decisivo para sus aspiraciones. En el último green ni siquiera pudo cerrar con soltura.
Elogios de DeChambeau
Todo mundo entonces empezó a propagar lo que era casi evidente. Patrick Reed sería el nuevo campeón. Y ahí estaban todos nerviosos amotinados en el ultimo hoyo esperando el cierre victorioso del estadunidense. La multitud no dejaba ver al grupo. Un aviso de que venían emocionó a todos: cayeron una pelota y luego otra y otra más. Se aproximaba la coronación de Reed.
Reed quedó al borde del hoyo. No quiso embocarla, esperó a que concluyeran sus dos compañeros para entonces sí, dar un pequeño empujoncito que le valió ganar el campeonato en su cuarta edición. El público gritaba enloquecido co mo cuando un equipo anota un gol y se lleva el título. Los niños le gritaban al nuevo campeón y le pasaban gorras para firmarlas. Un adolescente se dio la vuelta para no mirar ese golpe triunfador. No puedo ver, qué tal si falla, decía a sus amigos.
Reed se convirtió así en el nuevo campeón del torneo. La tarjeta que firmó fue de 266 golpes totales en las cuatro rondas, 18 abajo del par; esto es 18 golpes menos en los que debe hacerse el recorrido de los 18 hoyos del Club de Golf Chapultepec.
DeChambeau terminó en segundo lugar con 267 golpes, 17 abajo del par; Rahm compartió el tercer puesto con el sudafricano Erik van Rooyen, ambos con 269 impactos, 15 bajo par.
Los mexicanos terminaron en posiciones decorosas, considerando el nivel de élite de los jugadores convocados a este torneo. Abraham Ancer culminó en el duodécimo puesto con 275 golpes, nueve bajo par. Carlos Ortiz fue el 16, con 277 impactos, siete abajo del par.
DeChambeau se había marchado y volvió para felicitar a Patrick Reed. Un acto que fue bien visto, pues se ha hablado de una rivalidad acendrada.
Se han dicho muchas cosas de nosotros”, dijo DeChambeau; desafortunadamente tenemos mala reputación. Y sí, hemos hecho cosas que no están bien. Patrick es un gran jugador y lo será durante mucho tiempo.
Mientras se vaciaban los prados del Club Chapultepec, los caddies comentaban los pormenores.
Este torneo se definió en el hoyo 17, dijo uno de ellos; es que los engaña la dirección. En un hoyo se gana o se pierde un campeonato, así es el golf, parece fácil, pero es una lucha que se puede ganar o perder con un solo golpe.
Con información de La Jornada.