Sobre el libro “Comprendiendo la Revolución venezolana. Hugo Chávez habla a Marta Harnecker”, de Montly Review Press, 2005

Por E. Mar

Hugo Chávez, estadista bolivariano, militar y presidente cívico de Venezuela de 1999 hasta su fallecimiento en 2013, democráticamente electo por cuatro periodos presidenciales por mandato del pueblo venezolano. Odiado o amado en el tablero internacional, particularmente es interesante analizar de dónde viene tanto desprecio o admiración hacia su figura y a los procesos de soberanía e integración que impulsó en el Cono Sur de Latinoamérica.

Marta Harnecker, escritora marxista de origen austriaco nacida en Chile, desarrolló cargos en Cuba y en Venezuela. Publicó libros sobre los conceptos básicos del materialismo histórico y sobre los procesos y experiencias revolucionarias en América Latina.

Ambos, profundos pensadores y políticos de la izquierda latinoamericana, que hasta hace pocos años nos acompañaban físicamente en esta tierra, se reúnen en una larga conversación sobre el proceso revolucionario desarrollado en Venezuela, a partir de la mirada del estadista Chávez y el cuestionamiento inteligente de Harnecker.
A lo largo de la conversación, los temas que van desarrollando son desde los orígenes del Movimiento V República, en el que Chávez aglomeraba a las fuerzas políticas de izquierda tras el fallido golpe de defensa ante la represión de Carlos Andrés Pérez tras el caracazo en 1992, cuando las masas famélicas salieron a las calles tras la entrada en vigor de las políticas neoliberales delineadas por el Fondo Monetario Internacional. Desde entonces, un grupo revolucionario dentro del ejército se negó a obedecer la orden presidencial de reprimir al pueblo que salía a las calles por hartazgo y hambre. Tras su arresto que duró dos años, de 1992 a 1994, la figura del comandante Chávez tomó gran popularidad al haberse hecho responsable del fallido intento de defensa militar hacia la población, al ser el líder que ante los medios pidió a las demás células castrenses parar la defensiva, ya que el plan había fracasado “por ahora” y no valía la pena seguir alargando más sus movimientos, por la seguridad de todos.

En 1999, Hugo Chávez gana arrasadoramente las elecciones de su país, y ante la “moribunda Constitución”, juró erigir una nueva que sería la plataforma jurídica de las transformaciones políticas y económicas por la que se desenvolvería el proceso revolucionario venezolano, desde entonces hasta la fecha. Estos cambios eran necesarios y preferible ante la paz de cementerio de la calmada normalidad que aplastaba y oprimía al pueblo trabajador venezolano.
Al inicio fue un proceso algo turbulento por los contantes cambios en el gabinete. Fue difícil, pero eran cambios necesarios, pues se encontraban ante la dificultad de hallar cuadros políticos listos para la gobernanza revolucionaria. Se trataba de intentar conjugar el perfil técnico y político con el compromiso revolucionario de transformar la Venezuela que encontraban ante ellos.

Tanto para Chávez como para Harnecker, la política no es esa concepción tradicional de hacer lo posible, sino, el arte de hacer posible lo que ahora parece imposible. Sobre esa premisa, en las visitas a los pueblos como por los programas para la cobertura presidencial en los medios de comunicación oficiales, Chávez mantenía una fuerte comunicación y ejercicio pedagógico popular con las personas que le llamaban para contarle sobre las diversas problemáticas que les aquejaban a lo largo del país.

La participación comunitaria, la comunicación directa con el pueblo, la conformación de los consejos populares, la divulgación de la nueva constitución en cada habitante de los sectores populares fue fortaleciendo la madurez política del pueblo. Chávez sabía que debía continuar profundizando el fortalecimiento económico popular mediante las cooperativas, las comunas de producción, los sindicatos democráticos de las industrias estratégicas, etc.
En la política internacional, Venezuela se paró sobre las máximas bolivarianas de integración latinoamericana, de la segunda independencia de América Latina, es decir, de ir ganando soberanía económica. Los países latinoamericanos son hijos del mismo parto histórico, en ese sentido, guardamos muchas similitudes, la historia del saqueo y colonialismo de metales preciosos y recursos naturales que han alimentado a los países centrales de Europa y Estados Unidos; resultando en pobreza para la mayoría de las poblaciones y regiones de este continente. Por ello, la propuesta de integración energética para la reactivación económica de Latinoamérica fue saboteada por los países colonizadores y colonizados económicamente, por ejemplo, México en ese momento, o Brasil y Bolivia antes de la llegada de Lula Da Silva y Evo Morales.

Así, la estrategia revolucionaria se desarrolló fundamentalmente sobre los cinco campos de: la política y la economía popular, la justicia social, organización territorial productiva y la política internacional para la soberanía latinoamericana.

Asimismo, Harnecker le cuestiona sobre el papel del partido político dentro de este proceso. Chávez asegura que el partido político, sobre todo el revolucionario, debe organizar al pueblo para la transformación; es decir, canalizar la participación social en la construcción de la nueva sociedad, impulsando nuevos liderazgos, exigiendo la organización para la resolución práctica de los problemas, la formación política ideológica de los militantes. Del gobierno, se debe estar preparado para el análisis de la problemática para la acción comunitaria; para la resolución de problemas prácticos que generen políticas sociales participativas y constructivas, de, para y con el pueblo.

Concluyendo, la política para Chávez fue en la teoría y en la práctica hacer posible lo que parecía imposible. Este proceso ahora continúa en curso, con todo y la esperada ofensiva de los sectores de la burguesía que vivían a costo del saqueo, de los que controlaban el mercado privado del petróleo y de la banca nacional. Aun así, ahora en Venezuela coexisten fundamentalmente dos poderes, el poder burgués tradicional y el nuevo poder popular. La enseñanza que este libro nos deja es el aprendizaje a partir de la experiencia histórica reciente de nuestros pueblos latinoamericanos, de que el gobierno, el partido y la sociedad tiene que impulsar transformaciones radicales que sirvan de base para acabar con la explotación de la mano de obra y la pobreza en nuestro continente.

E. Mar
13 de abril de 2020

Comentarios (0)
Agregar comentario