La enorme diversidad étnica global, conformada por 5 mil grupos humanos que suman 370 millones de personas que se expresan en más de 7 mil lenguas distintas, distribuidos en aproximadamente 90 países, se hermana al defender los pueblos indígenas sus derechos a retener su cosmovisión, cultura, saberes y formas de relacionarse con otras sociedades y con el medio ambiente.
Los rasgos sociales, culturales, económicos y políticos que distinguen a los pueblos originarios de los predominantes en las sociedades en las que viven, ha colocado al 5% de la población mundial entre la desfavorecida y vulnerables que constituye el 15 % de los más pobres.
Ante tal situación, “las Naciones Unidas están dispuestas a apoyar todas las iniciativas encaminadas a hacer realidad los derechos y las aspiraciones de los pueblos indígenas”, según declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) documenta que “existe un vínculo fundamental entre la lengua y el conocimiento tradicional relacionado con la biodiversidad”. Refiere que las comunidades originarias han elaborado sistemas complejos de clasificación del mundo natural que reflejan un profundo conocimiento de su entorno.
Advierte sin embargo que ese conocimiento, presente en los nombres indígenas, las tradiciones orales y las taxonomías, corre el riesgo de desaparecer cuando una comunidad adopta otro idioma.
Por tal razón, celebra que etnobotanistas y etnobiólogos reconozcan la importancia de los nombres indígenas, de las taxonomías provenientes del folclor y de las tradiciones orales como determinantes para el éxito de iniciativas relacionadas con la recuperación de especies en peligro y las actividades de restauración ecológica.
La preservación de la biodiversidad puede beneficiarse en gran medida de la participación de comunidades locales y de antropólogos y lingüistas indica la Unesco. Los primeros pueden compartir su inestimable conocimiento ecológico tradicional; los segundos, servir como puentes entre los conocimientos tradicionales y la ecociencia.
Sin duda, es apremiante conservar, revitalizar y promover las lenguas indígenas ya que el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas alertó en 2016, que 40% de las 7 mil lenguas indígenas que se hablan en el mundo están en riesgo de desaparecer.
En México, el Instituto Nacional de las Lenguas Indigenas (Inali) considera necesario sensibilizar a la sociedad para que reconozca, aprecie y valore la importante contribución de los idiomas originarios a la diversidad cultural y lingüística mundial.
Por su parte, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) afirma que la sabiduría ecológica tradicional se liga al lenguaje, las tradiciones orales y la cosmovisión de cada pueblo, además de transmitirse mediante creencias, actitudes sociales, principios y convenciones de comportamiento, así como prácticas desarrolladas por la experiencia. Esto es muy importante en México, donde existen alrededor de 80 pueblos indígenas (12.4 millones de mexicanos) con una gran variedad de lenguajes.
Para 2019, en México se registran 11 familias lingüísticas, 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes.
La relevancia de la lengua materna para retener y transmitir la sabiduría de la biodiversidad, lo ejemplifica así la Conabio: “De las selvas tropicales húmedas de México se han documentado alrededor de 1,330 especies de plantas útiles para el conocimiento indígena, de las cuales se obtienen más de 3,000 productos, entre medicinas, alimentos, materiales para construcción, madera, forrajes, fibras, combustibles y muchos más.”
Con información de Semarnat.