Kani. Entre otomíes, quelites y recuerdos, documental ganador del OTOPAME

El quelite, del náhuatl quilitil y que puede traducirse como “verdura o planta tierna comestible”, es una hierba utilizada por su gran sabor en la alimentación desde tiempos prehispánicos, la cual requiere de todo un proceso antes de llegar a la mesa.

Ese proceso, que enlaza a las familias en el municipio mexiquense de Temoaya, es abordado por Sara Jerónimo Pascual en el documental K’ani. Entre otomíes, quelites y recuerdos, primer trabajo de la joven creadora y ganador del Concurso Estatal de Cortometraje y Guión Cinematográfico OTOPAME.

“Hablar de quelites es recordar los momentos que pasaste con tus abuelos, esos son los quelites en esta historia. Aquí se recuerdan los lugares, los sabores, los momentos y a quienes nos enseñaron a prepararlos”, describe Sara, egresada de la Escuela de Artes de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad del Estado de México.

Este documental condensa, en 20 minutos una mirada sobre la comida, el acontecer cotidiano y la familia. “Simula una especie de autorretrato familiar que describe las costumbres culinarias heredadas, desde la cosecha y la preparación hasta el consumo”, apunta la cineasta.

Los quelites, explica, se convirtieron en un recuerdo de los tiempos en que esta hierba unía a la familia, cuando salían a la milpa para recolectarlos: “desde ahí comienza la magia, la plática, la enseñanza o el consejo de las ‘queliteras’, quienes siempre son mujeres”.

K’ani. Entre otomíes, quelites y recuerdos está narrado en otomí por las tías de la productora, con subtítulos en español. La locación fue el pueblo de Temoaya, de donde Sara es originaria.

El documental fue filmado como parte de la quinta edición del Concurso Estatal de Cortometraje y Guion Cinematográfico OTOPAME, una iniciativa para incentivar la producción desde la propia comunidad indígena, con el acompañamiento y la capacitación de especialistas en activo del mundo cinematográfico. En este caso, Alejandro Ramírez y Salvador Martínez se encargaron de producir y asesorar.

La música original, cabe destacar, estuvo a cargo de Elizabeth Jerónimo, hermana de la directora, mientras que la fotografía fue realizada por Abraham Ávila. Ambos son jóvenes cercanos a la idiosincrasia otomí: ella, oriunda de Temoaya, igual que Sara; él, de San Andrés Cuexcontitlán. Las dos comunidades indígenas se sitúan al norte del Estado de México.

Sara Jerónimo ha trasladado la cosmovisión otomí a algunos de sus trabajos, pues pertenece a su cultura y sus raíces, y a partir del cine pretende seguir contando estas historias familiares, “seguir abriendo la puerta de su casa”.

Uno de sus trabajos anteriores, cuenta, fue un corto basado en la memoria de los abuelos que vivieron la Revolución Mexicana, sobre cómo se escondían entre las montañas, cómo pelearon por las tierras y cómo fueron los primeros pobladores de los espacios recuperados.

K’ani. Entre otomíes, quelites y recuerdos se estrenó en el Museo de Arte Moderno de Toluca y corrió con una gira por plazas públicas del Estado de México, con proyecciones gratuitas en los municipios de Temoaya, Acambay, Aculco, Jilotepec, Soyaniquilpan, Temascalcingo, Chapa de Mota, Villa del Carbón, Morelos, Jiquipilco, Xonacatlán, Ocoyoacac, Tianguistenco y Amanalco, así como en la delegación San Andrés Cuexcontitlán de Toluca.

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