Nellie Campobello, embajadora de la danza mexicana.
Dentro de la historia de la danza mexicana se destacó una mujer con la preocupación por rescatar y promover las danzas indígenas a través de sus coreografías: Francisca Moya Luna, mejor conocida en el ámbito cultural como Nellie Campobello (1900-1986), bailarina, coreógrafa y escritora que se dedicó a la investigación y la enseñanza del baile autóctono mexicano.
Este 9 de julio, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) recuerdan el 35 aniversario luctuoso de la artista originaria del municipio de Villa Ocampo, Durango.
Sus inicios en el arte fueron por mucho fructíferos. Impulsada por sus deseos de superación, viajó a Parral, Chihuahua, donde comenzó su formación en el mundo de las letras. Después de trasladarse a la capital del estado viajó a Laredo, Texas. A los 18 años demostró profesionalmente su talento no sólo en el ámbito literario, sino en la danza.
La maestra Nellie Campobello, considerada narradora de la Revolución Mexicana y precursora del ballet en México, fusionó perfectamente sus dos oficios: la danza y la literatura. Muestra de ello fue su libro Ritmos indígenas de México (1940), en el cual recopila coreografías de gran apoyo para los grupos de danza. No sólo fue una reconocida bailarina y coreógrafa, sino también una incansable luchadora a favor de esta disciplina como directora de la Escuela de Danza del INBAL, donde dedicó gran parte de su tiempo a la investigación y la enseñanza de las expresiones autóctonas.
Cabe señalar que, en 1938, la Escuela de Danza pasó a ser Escuela Nacional de Danza, y posteriormente, como reconocimiento a las hermanas Campobello se le nombró Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Nellie fue directora por más de cuatro décadas en esta institución.
Por lo que se refiere a su legado impreso, que gran parte de sus textos reflejan su vida, en especial la novela Las manos de mamá, publicada en 1937. Otro volumen de gran relevancia es el que reúne sus poemas bajo el título Francisca Yo!
Su pasión por el arte jamás la hizo desatender su inquietud social. En 1931 publicó una novela de vivencias revolucionarias: Cartucho. En la misma línea de la lucha armada y sus investigaciones sobre el Centauro del norte, publicó Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa (1940) y Mis libros (1960), que contó con las ilustraciones del pintor y muralista José Clemente Orozco.
Muchas cosas se han dicho acerca de su desaparición a lo largo de 13 años y sobre su muerte. Lo único cierto es que fue una mujer clave para la revaloración del folclor en México.
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Con información de Cultura.https://www.gob.mx/cultura#597