Los último cuatro terremotos en México fueron precedidos por sismos lentos
• Víctor Manuel Cruz Atienza, del IGf, y su equipo de trabajo, documentaron su interacción con métodos matemáticos y computacionales propios, y una robusta base de datos
• Estos eventos, imperceptibles para el ser humano, son un factor preponderante, pero no único
• Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en un artículo en la revista Nature Communications
Aunque no todos los sismos lentos provocan un terremoto, hemos documentado que al menos los últimos cuatro grandes eventos ocurridos en el país (con magnitud superior a 7 desde 2014 hasta la fecha, uno en Guerrero y tres en Oaxaca, todos bajo la costa) fueron precedidos por la ocurrencia de uno de ese tipo, lo cual sugiere que hay una interacción preponderante entre ellos, pero no suficiente para garantizar la ruptura de un sismo mayor. Esto es cierto, al menos, con nuestra capacidad de observación actual.
Así lo dio a conocer Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, quien detalló que los sismos lentos son eventos de deslizamiento de la corteza terrestre, que en México duran hasta seis u ocho meses, y ocurren entre las placas tectónicas de Cocos (que es oceánica) y la de Norteamérica (que es continental), sin que los perciban los seres humanos.
En nuestro país se suscitan notablemente al sur del territorio con cierta periodicidad, cada 3.5 años en Guerrero y 1.5 en Oaxaca, aproximadamente.
“La mayoría de los sismos lentos ocurren a mayor profundidad (sobre la interfaz de las placas) que donde ocurren los terremotos potencialmente devastadores”, afirmó Manuel Cruz Atienza, quien utiliza tecnología y métodos sofisticados para observar y estudiar estos movimientos.
En un artículo publicado en la revista Nature Communications (https://rdcu.be/ciwM5), el experto y sus colaboradores documentaron que los sismos lentos (más profundos que los devastadores) pueden provocar terremotos grandes por la acumulación de tensión que produce su deformación en zonas acopladas de la interfaz de placas, conocidas como asperezas. Estas tensiones son capaces de desestabilizar la interfaz dando lugar a los terremotos mayores que conocemos.
La deformación producida por los sismos lentos parece que tiene implicaciones importantes en los fluidos presurizados que hay en la interfaz de placas, los cuales migran en consecuencia provocando cambios en la resistencia de la interfaz que puede, a su vez, inducir cambios en el acoplamiento de las asperezas propiciando su ruptura.
“Pareciera que la iniciación de un sismo grande tiene como condición necesaria la ocurrencia de un sismo lento, pero esa condición no es suficiente ni por lo tanto garantía de que ocurra un sismo grande. Los sismos lentos son, por ende, un factor preponderante pero no es el único, hasta donde hemos sido capaces de observar en la naturaleza”, aclaró Cruz Atienza.
Durante la ocurrencia de los sismos lentos se inducen deformaciones y parece que esto tiene una implicación preponderante en fluidos presurizados sobre la interfaz de placas, los cuales migran provocando cambios en la interfaz y pueden inducir cambios que afectan en la ocurrencia de sismos fuertes.
Otra observación extraordinaria reportada en el estudio es que el gran terremoto de Tehuantepec del 7 de septiembre de 2017 (magnitud 8.2) perturbó fuertemente el ciclo de los sismos lentos a escala regional, tanto en Guerrero como en Oaxaca, provocando una sucesión extraordinaria de sismos lentos que a su vez generaron los terremotos de Puebla-Morelos, que devastó la Ciudad de México y sus alrededores el 19 de septiembre de 2017; y el de Pinotepa Nacional, el 16 de febrero de 2018.
Esto se debió al cambio de las propiedades mecánicas del material que está entre las placas, ocasionado por las ondas sísmicas sin precedente en México producidas por el terremoto de Tehuantepec.
Soberanía científica
Para realizar este trabajo, el investigador del IGf y su equipo desarrollaron varios métodos matemáticos y computacionales, entre los que destaca ELADIN, el cual permite determinar el deslizamiento lento y el acoplamiento de la interfaz de placas a partir de mediciones geodésicas en superficie.
Es muy robusto y poderoso. Lo desarrollamos nosotros, liderados por Josué Tago Pacheco, geomodelador y profesor de la Facultad de Ingeniería. Posee cualidades únicas adaptadas para responder a nuestras interrogantes, señaló Cruz Atienza, quien comentó que un artículo asociado, donde se introduce formalmente ELADIN, se publicará próximamente en la revista inglesa Geophysical Journal International.
“Mi posición desde hace muchos años no es solo desarrollar la instrumentación que nos permita observar fenómenos de esta naturaleza, sino también toda la teoría, la metodología que nos permita explotar e interpretar esos datos para responder preguntas científicas que comparten otros colegas en el mundo. Eso es lo que estamos haciendo desde hace muchos años”, comentó Cruz Atienza.
El investigador defiende obrar por la soberanía científica como única vía hacia la emancipación académica internacional. Es decir, “sentar las bases técnicas que permitan establecer verdaderas colaboraciones con pares de los mejores grupos de investigación del mundo, desarrollando la capacidad de responder nosotros mismos a las grandes interrogantes que nos hacemos relacionadas, por ejemplo, con estos sismos lentos y su relación con grandes terremotos”, concluyó.
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Con información de UNAM https://www.unam.mx/