Las Islas Marías son el archipiélago mexicano bañado por aguas del Océano Pacífico que durante más de 100 años funcionó como Penal Federal de Máxima Seguridad.
“Esta es la primera ocasión que viene un grupo de periodistas en el ejercicio de la libertad de expresión, es una isla que durante 113 años estuvo cerrada a los medios de comunicación”, destacó Francisco Garduño Yañez, comisionado de Reclusorios Federales.
“Vivían en semilibertad, llevaban a cabo actividades al aire libre, diferentes completamente a un centro federal”, señaló Sergio Alberto Martínez Castuera, coordinador general del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso).
Quinientos ochenta y cuatro presos fueron reubicados por el decreto presidencial del pasado 8 de marzo.
El archipiélago está formado por cuatro islas, María Magdalena, María Cleofas, San Juanico y María Madre, de 145 kilómetros cuadrados con una longitud aproximada de 80 kilómetros y un ancho aproximado a los 20 kilómetros.
La Isla María Madre, donde se ubica el complejo penitenciario, se encuentra a 96 millas náuticas al sur de Mazatlán, Sinaloa, algo así como siete horas de navegación a través de 114 kilómetros del Pacífico.
El complejo penitenciario está dividido en cuatro zonas de seguridad y el Puerto Balleto, donde atracan los navíos de la Marina y viven los 450 trabajadores el Penal.
Hay una clínica rural del IMSS, 1 Ministerio Público, 1 minisúper, 1 tienda y 1 caseta telefónica que solo abre de lunes a viernes.
No hay cajero automático, ni bancos, tampoco hay fondas ni restaurantes, no hay talleres mecánicos, semáforos ni basura en las calles.
En Balleto también hay un auditorio, donde algunos pintores, con ayuda de los presos plasmaron su visión. En este sitio hay un mural inconcluso en agradecimiento al presidente Andrés Manuel López Obrador y otro de casi 100 metros cuadrados de arte penitenciario.
Tras llegar por Puerto Balleto, los detenidos eran conducidos al complejo de Máxima Seguridad llamado Laguna del Toro, donde permanecían en observación en celdas, con altos muros de concreto y siete puertas de acero.
“Se les hacían estudios técnicos y se clasificaban de acuerdo a su perfil, salían y el comportamiento de ellos era diferente en semilibertad”, explicó Jesús Francisco Martínez Contreras, oficial en Prevención Penitenciaria.
A las 5 de la mañana los reclusos eran despertados con un toque de trompeta y minutos más tarde pasaban lista tras un toque de campana.
Durante años la fe jugó un papel importante dentro de esta comunidad, por eso los presos construyeron un templo.
En el complejo Morelos hay pocas calles pavimentadas y limpias.
Cada uno de los dormitorios tiene 14 camas de concreto y un baño.
Hay gimnasio al aire libre y todo lo necesario para hacer artesanías.
“Hacían trabajos de tallado en madera, palo fierro, dominós, ajedrez, cuando terminaban sus trabajos, había una coordinación con personas en el continente, en donde llevaban a vender las artesanías y el producto de ese trabajo se le daba a los internos”, añadió Sergio Alberto Martínez Castuera, coordinador general del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso).
Otra actividad productiva por la que algunos presos recibían un salario era el cultivo de camarón.
Ahora el penal está vacío. Será la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales la encargada de administrar y preservar los ecosistemas e inmuebles del antes llamado Penal de las Islas Marías, ahora Centro de Educación Ambiental y Cultural Muros de Agua José Revueltas.
Con información de Noticieros Televisa.