Aún después de muerto, un árbol es capaz de dar vida a múltiples organismos como hongos, bacterias, otros árboles, reptiles, anfibios, aves y mamíferos.
Primero es la familia y cuando está a punto de perecer, un árbol maduro utiliza una red subterránea de hongos llamados micorrizas para transferir agua y nutrientes a otros árboles con los que guarda parentesco para prolongar su vida, después continúa con el resto de sus compañeros a su alrededor.
Una vez que ha muerto sigue en pie ofreciendo servicios al ecosistema como amortiguar el ruido, la velocidad del viento, la fuerza de la lluvia y también detiene la erosión.
Sus raíces sin vida retienen el suelo y conducen el agua al subsuelo.
Su tronco seco se convierte en un refugio de nuevas formas de vida, los pioneros son los pájaros carpinteros que picotean los troncos para hacer sus nidos.
Estas aves son importantes controladores de descortezadores, insectos que pueden llegar a devastar grandes áreas arboladas.
Cada año los carpinteros abandonan su nido y otras aves, mamíferos, reptiles o anfibios aprovechan el hueco para convertirlo en su nuevo hogar y reproducirse, como la cotorra serrana que beneficia al ecosistema al dispersar semillas, o los búhos que controlan la población de roedores para que no se conviertan en plaga.
Respeto a la muerte
Es común derribar los árboles muertos, en gran medida por considerarlos innecesarios.
Sin embargo, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), en su manual para conservar la biodiversidad recomienda para un bosque bajo un programa de manejo y aprovechamiento realizar acciones que garanticen la sobrevivencia de múltiples organismos fundamentales para el buen funcionamiento del ecosistema.
Los árboles muertos son clave para ello.Por eso, a las personas dueñas de los terrenos forestales que aprovechan su bosque se les recomienda mantener entre cinco y diez árboles por hectárea de cualquier especie, marcarlos con pintura permanente y en un lugar visible para que sean respetados.
Inclusive, deben estudiar la caída de los árboles que serán aprovechados para que no los dañen.
Después de morir, hongos llamados xilófagos se hacen cargo de digerir la madera que, por su dureza, no todos los seres vivos son capaces de hacerlo.
Estos organismos ablandan la madera para que aves y mamíferos puedan formar oquedades a manera de guarida.
Después de varios años, la madera ya no puede resistir su peso y cae al suelo donde se forma un festín para termitas y otros insectos que al hacer digestión forman suelos fértiles para otras plantas y así continúa el ciclo de la vida.