En medio de lo que parece una fiesta popular, cerca de 500 personas disfrutan de tamales y atole en pleno Centro Histórico de Oaxaca. Este no es cualquier convite, es un convite político, una tamaliza que busca resaltar el valor de la comida tradicional de Oaxaca a la vez que conglomera a cientos de personas para mostrar el rechazo a la instauración de un restaurante de comida rápida de una cadena transnacional en el Centro Histórico de Oaxaca, sitio que es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO desde 1987.
La ingeniosa protesta tuvo lugar en el año 2002 y fue encabezada por el recientemente fallecido artista Francisco Toledo, quien entonces presidía el Patronato Prodefensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca.
Este es tan solo un ejemplo de otra de las inquietudes, además del arte, del maestro Francisco Toledo, quien utilizó la resonancia que generaba su nombre y la convocatoria que atraía su imagen, luego de convertirse en uno de los artistas mexicanos más importantes y reconocidos en el país y en el extranjero, para poner la atención en temas sociales relacionados con la preservación de la cultura y la justicia social y ecológica.
Esta agenda activista incansable lo ha hecho acreedor del mote del “mayor defensor de Oaxaca”, tierra en constante lucha política y en la que creció y se asentó tras varios años de vivir en la Ciudad de México y viajar por Europa y Estados Unidos.
Otra de las principales luchas de Toledo fue la defensa del maíz mexicano; en 2014 presentó la muestra El maíz de nuestro sustento, la cual estaba conformada por 42 fotografías tomadas por el fotógrafo Rafael Donís e intervenidas por Toledo. Este trabajo estuvo inspirado en las típicas postales de Juchitán en blanco y negro que eran coloreadas a mano. El artista utilizó esta misma técnica en las impresiones fotográficas en blanco y negro de Donís.
Esta exposición, montada en la Galería Juan Martín, formaba parte de una campaña que tenía por meta reunir un millón de firmas para respaldar una solicitud dirigida al entonces Ejecutivo para exhortarle la no autorización de la siembra de semillas transgénicas en el país, al argumentar que éstas ponían en riesgo los maíces originarios de México.
La preocupación por el patrimonio y el maíz no fueron únicas en su agenda social, también el apoyo a los más desfavorecidos y la justicia social ocuparon un lugar importante en sus luchas.
En 2015 donó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), junto con toda su colección, al Instituto Nacional de Bellas Artes con la intención de que la instancia preservara y diera difusión adecuada al acervo constituido por 181 mil piezas de arte, que a la vez consisten en 124 mil piezas de pintura y fotografía, 50 mil libros y 7 mil fonogramas.
Tras los sismos del 7 y 19 de septiembre 2017 Toledo puso a la venta una serie de grabados, dinero que se destinó para ayudar a los afectados de los sismos. Asimismo, Toledo ayudó por más de cuatro meses a 45 cocinas comunitarias con la compra de más de 193 toneladas de víveres destinados a los afectados por estos fenómenos naturales.
A finales de 2018, el artista rechazó la beca Creador Emérito del FONCA, un reconocimiento que es acompañado por un estímulo económico, con la finalidad de que los ingresos que él percibiría fueran administrados por la Secretaría de Cultura para entregarse a los artistas oaxaqueños que más lo necesitaban.
Ese mismo año, el juchiteco cedió los derechos de doce de sus obras para ilustrar el Calendario Matemático 2019, publicado por la editorial independiente Googol, creada con el fin de difundir las matemáticas y recaudar fondos para el desarrollo de los programas académicos de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas. La cesión de los derechos se hizo a cambio de que los editores tradujeran problemas matemáticos al zapoteco para que fueran distribuidos entre los niños de la sierra de Oaxaca.
Una de sus acciones artístico-políticas más memorables fue cuando elaboró en su taller en Oaxaca una serie de papalotes con los retratos de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, quienes fueron desaparecidos en Guerrero.
Los papalotes fueron elevados en Oaxaca por alumnos de primaria en un acto político para reclamar justicia por los jóvenes, víctimas de desaparición forzada: “Eso es una vergüenza que no tiene nombre. Los políticos quieren que se pase página, pero esa página no se podrá pasar nunca. Queda para la historia de la infamia”, explicó el maestro Toledo.
Con información de Secretaría de Cultura.