En lo que va de año, las llamas han devorado más de 13 millones de hectáreas de valiosísimos bosques boreales en en la región de Krasnoyarsk (Siberia). Según Greenpeace, solo en los últimos días las llamas ya han arrasado 4,3 millones de hectáreas, un área más grande que Dinamarca.
Los incendios en esta región han sido habituales en los últimos años, pero las llamas de este verano han alcanzado un tamaño y una fuerza sin precedentes.
Y dirás que Siberia está muy lejos, pero esa tragedia ambiental nos afecta a todos igual que si fueran montes españoles. Porque tan terribles incendios están contribuyendo significativamente a acelerar e intensificar el cambio climático.
Para que te hagas una idea, estos incendios están emitiendo a la atmósfera más de 166 millones de toneladas de CO2, casi lo mismo que 36 millones de automóviles al año.
Emergencia climática
Los incendios en los bosques siberianos son especialmente peligrosos para el clima, ya que producen carbono negro (derivado del hollín) que se deposita en el hielo del Ártico y acelera su fusión. La nieve se oscurece y con ello absorbe más calor del sol, facilitando el deshielo.
Según ha declarado el experto en incendios forestales y voluntario de Greenpeace Rusia, el bombero Anton Beneslavskiy, “Rusia debería aumentar los esfuerzos en la protección de los bosques y proporcionar fondos suficientes para la lucha contra incendios y su prevención”. “El problema de los incendios forestales debe abordarse a nivel internacional en los acuerdos climáticos mundiales para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados”, señala.
“Estos incendios deberían haberse extinguido al principio. Ahora se han convertido en una catástrofe climática que no se puede detener por medios humanos”, denuncia Mónica Parrilla, responsable de la campaña de Incendios de Greenpeace España.
Aún pueden empeorar
Personal experto de Greenpeace en Rusia advierte de que la situación probablemente seguirá siendo catastrófica en las dos próximas semanas debido a las condiciones climáticas. Si bien el humo ha desaparecido de las principales ciudades siberianas, todavía envuelve asentamientos en áreas forestales remotas, según informes de Greenpeace en la región de Krasnoyarsk.
Más del 90% de los incendios forestales en Rusia están ardiendo en las llamadas “zonas de control”, áreas remotas donde las autoridades no están obligadas a combatir las llamas. Greenpeace Rusia exige una revisión de estas zonas de control para evitar que se repita el mismo desastre el próximo año.
Muchos de los incendios en las zonas de control de este año se podrían haber extinguido al inicio, lo que reduciría significativamente el área cubierta por el fuego, el humo en los asentamientos y las emisiones de CO2 a la atmósfera, advierten los ecologistas.
Con información de 20minutos.es.