En México es necesario repensar la educación indígena porque la escuela misma ha hecho sentir a los niños que su lengua y su cultura no sirven, no funcionan; se encargó de homogenizar la enseñanza, de ahí viene esta idea de repensarla y dignificarla, afirma Javier López Sánchez, lingüista maya, titular de la Dirección General de Educación Indígena (DGEI) de la Secretaría de Educación Pública.
En entrevista con La Jornada anuncia que, entre otras acciones, en septiembre próximo llegarán a las 21 mil escuelas indígenas más de 2 millones de libros de ciencia y narrativa en las 68 lenguas maternas de nuestro país, para atender a 1.2 millones de alumnos.
Además, propone impulsar en el ciclo escolar 2019-2020 un proyecto que busque a jóvenes hablantes de una lengua originaria, conocedores de su cultura y con certificado de bachillerato para que enseñen en las aulas e inicien su formación como futuros maestros indígenas. Y a aquellos que ya son educadores, ofrecerles herramientas para garantizar que puedan leer y escribir en sus idiomas maternos.
Hablante de maya-tzeltal y ex director del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, López Sánchez concibe la enseñanza de los pueblos originarios como una tarea fundamentalmente comunitaria y en constante diálogo con los pueblos, que haga posible un sueño: que haya un niño indígena seguro de sí mismo, que se sienta feliz de ser quien es y que valore su lengua y su cultura.
–¿Cuál es su diagnóstico de la educación indígena?
–Encuentro que en pleno siglo XXI hay mayor deserción y reprobación escolar y existen los niveles más bajos de aprendizaje. Lo peor es que el sistema se encargó de decir que los niños indígenas tienen un déficit y por eso se habló de la necesidad de trabajo escolar compensatorio, pero no existe tal déficit, simplemente es que no se adecuó a las particulares de los niños indígenas, lo que nos lleva a pensar que ha sido un sistema excluyente de las comunidades originarias; asimétrico, homogenizante y con el que se impuso una forma diferente de aprendizaje sin tomar en cuenta las particularidades de cómo aprenden en su lengua y en su cultura.
–¿Qué pasa con los maestros?
–A los educadores se les echa la culpa de todo, pero no han sido formados por el sistema para atender esta diversidad cultural y lingüística. La anterior reforma educativa permitió la entrada de quienes no hablan la lengua materna de la comunidad donde imparte clases y están castellanizando otra vez, pero el problema no es del maestro, sino del sistema que permitió su acceso a las aulas indígenas.
Seis de cada 10 docentes en enseñanza indígena no hablan la lengua ni conocen la cultura. Ahí tenemos que hacer un trabajo importante de reaprendizaje del idioma con los maestros, porque queremos que el educador que esté en una comunidad náhuatl aprenda náhuatl. Es un programa que buscamos implementar en todo el país, pues de ese 40 por ciento de profesores que sí conocen su lengua y cultura, la mayoría tiene dificultad para leer y escribir en su habla materna, entonces, ¿cómo la va a enseñar si él mismo tiene problemas?
Preparación de cuadros profesionales
–¿Falló la formación en las escuelas normales?
–Tenemos que revisar el ingreso a la docencia indígena. Es necesario que en la selección de los aspirantes se demuestre que conocen la lengua y la cultura. No podemos hacer más de lo mismo; es decir, permitir que ingresen quienes no conocen las bases para la enseñanza porque entonces será un problema de nunca acabar, porque el programa de reaprendizaje queremos que sea emergente y temporal.
–¿Qué pasará con los futuros educadores?
–Por la misma exclusión que han sufrido los pueblos indígenas en todo el país, hay muy pocos jóvenes con licenciatura, muchos menos egresados de normales. Y los pocos que egresan no siempre van a nuestras escuelas, sino a la primaria general, por lo que se descobija a la educación indígena. Necesitamos tener un fuerte diálogo con los jóvenes indígenas, que se convenzan los egresados de las normales rurales de trabajar en escuelas indígenas.
–¿Cuántos profesores requiere?
–Este año en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán vamos a empezar lo que se llama Curso de Inducción a la Docencia, que dura un mes. Se trata de captar a jóvenes con bachillerato que sí hablen la lengua y conozcan la cultura.
“Les daremos un curso intensivo, que es la herramienta que tenemos –hay que reconocer que no es suficiente–; este curso va a incluir tres elementos clave: que conozca los principios de la filosofía de la educación indígena; elementos básicos del tratamiento pedagógico de la lengua y la cultura indígena; y dedidáctica y pedagogía del tratamiento de los contenidos escolares. Junto a todo esto está el vínculo de la escuela y la comunidad.
“Serán jóvenes atendidos por la DGEI y van a estar un periodo como becarios y con un salario un poco más arriba de lo que perciben los jóvenes de Construyendo el Futuro, pero el compromiso de ellos y de nosotros es que se formen, ya sea en las normales o en las sedes de la Universidad Pedagógica Nacional, por cuatro años. Serán becarios ese lapso, ya que podrán ir a estudiar cada 15 días, porque muchos de ellos estarán en las comunidades más retiradas y marginadas. Una vez que terminen su licenciatura, entonces se les podrá ofrecer una plaza base.
“En cuanto al número, es muy variado; hasta ahora se reporta una necesidad de mil 500, pero estamos revisando aún, porque en Chiapas, por ejemplo, se requieren arriba de mil 300 maestros de primaria y prescolar indígena. En Oaxaca, cerca de mil docentes; en Michoacán, arriba de 600.
En términos de planeación de política educativa tenemos que ser muy precisos, porque de esos mil 500 hay que saber cuántos maestros deberán ser tzeltales, nahuas o choles. Los estados ya están trabajando para definir cuántos de cada perfil cultural y sacar la convocatoria en función de ello.
–¿Qué problemas hay en las escuelas indígenas?
–Hay una gran debilidad en la parte pedagógica y didáctica; es decir, los educadores sabemos algunas concepciones teóricas, pero faltan elementos para crear situaciones de enseñanza, algo que promueva el aprendizaje entre los niños indígenas, que sean reflexivos, críticos, propositivos. Necesitamos un currículum más pertinente, que tome en cuenta los conocimientos y los valores indígenas, necesitamos el diseño de materiales educativos y libros de texto que tengan pertinencia cultural y lingüística.
“Otro tema es que no existía un presupuesto para libros en lenguas indígenas, se hacían de los sobrantes que iban quedando de los recursos de la SEP, pero este 2019 se autorizaron cerca de 60 millones para este fin.
Los libros en lenguas indígenas van a llegar a las escuelas en septiembre. Hay dos libros. Uno que son como los transversales que van a ser libros para apoyar a niños desde inicial, prescolar y primaria. Son libros de ciencias y narrativa en lenguas indígenas. Esto va para las 68 lenguas del país y también se incluye un libro para niños jornaleros migrantes.
Con información de La Jornada.