A medida que las madres y los familiares de desaparecidos en Veracruz hurgan en la tierra, hallan fosas clandestinas y encuentran restos humanos (que exigen sean examinados por peritos para saber si son de sus parientes), los servicios médicos forenses (Semefo) del estado se saturan de cuerpos sin identificar y comienzan a colapsar.
Desde Poza Rica (centro-norte de la entidad) hasta Coatzacoalcos (sur) los Semefo están en total abandono: sin aire acondicionado, con escasas planchas de disección, sin agua, sin materiales de trabajo adecuados, sin frigoríficos suficientes ni personal que trabaje o vigile sus instalaciones.
Edna López, ex empleada del Semefo en Ciudad Isla, un municipio al sur del puerto de Veracruz, procesó un sinnúmero de cuerpos que llegaban al anfiteatro antes de 2016, “cuando las cosas no estaban tan violentas como ahora”. Y atestiguó cómo fue creciendo el caos:
“Se empezaron a poner mal las cosas, porque nos llenamos de cuerpos y no nos mandaban recursos ni para el jabón. No había para reparar una cámara, para el succionado de sangre. En ocasiones, de nuestra bolsa teníamos que comprar jergas o zacates para lavar las tablas y los instrumentos y a veces hasta las batas, los mandiles”, cuenta.
Y lo peor: “No teníamos dónde almacenar los cuerpos, solamente eran dos planchas, a veces (los cadáveres) estaban en el piso y pasaban ahí muchos días hasta que nos corrieron”.
A pesar de la violencia creciente, entre 2014 y 2016 (durante el gobierno del priista Javier Duarte) las autoridades estatales comenzaron a cerrar los Semefo en el sur y centro del estado por falta de recursos para su operación. Los empleados de esos sitios, como Edna, fueron despedidos con adeudos salariales por hasta tres meses de trabajo, que al día de hoy siguen pendientes.
De los cuerpos que ahí se procesaban “no sabemos nada”, dice la ex funcionaria. Como en Ciudad Isla, los Semefo de Acayucan, Oluta, Las Choapas, Agua Dulce, Nanchital, Minatitlán y Tierra Blanca ahora son operados de manera intermitente por funerarias que no tienen permiso o por algunas fiscalías regionales que no cuentan con el apoyo de la fiscalía estatal para el traslado de cuerpos a Xalapa o el puerto de Veracruz.
Todos yacen en condiciones deplorables.
El Semefo de Coatzacoalcos, el que concentra mayor flujo de cuerpos por su numerosa población, está en medio del panteón municipal. Tiene 39 grados centígrados de medio ambiente, sin ventilación, dos planchas y cuatro cuerpos promedio almacenados sin procesar.
La crisis de inseguridad de 2016 se agravó con los hallazgos de fosas clandestinas donde fueron hallados al menos 350 restos hasta ahora, según cálculos de los colectivos.
En febrero pasado la fiscalía del estado adquirió, como sucedió en Jalisco, una caja frigorífica que se colocó en la dirección de Servicios Periciales de Xalapa, pero las autoridades no han detallado si la adquisición es una compra o una renta temporal, ni tampoco han especificado los costos.
Milenio buscó al fiscal veracruzano, Jorge Winckler, para saber si dentro de la caja de este tráiler se resguardan los restos localizados en las fosas y en qué condiciones están, pero el funcionario se negó a responder.
El secretario de Gobierno, Eric Cisneros, dice en entrevista que la fiscalía tampoco le ha informado a la administración de Cuitláhuac García las condiciones en las que se encuentran los Semefo ni el estado de preservación de los restos ubicados en las fosas.
Lenit Enríquez, del colectivo de Madres en Búsqueda de Coatzacoalcos y quien ha participado en hallazgos de al menos cinco fosas en Veracruz, señala que la Fiscalía no tiene “la transparencia de decirnos con cuántas personas encontradas y no identificadas cuentan; tienen la información y no la quieren revelar.
Tampoco nos han dicho el número de personas desaparecidas”. “Es un camino muy desgastante”, cuenta Lenit, hermana de Jhonit Enríquez, desaparecido por presuntos policías y marinos en mayo de 2015 durante un operativo. “Cuando hacemos un hallazgo nos dicen que no hay reactivos para identificarlos o que tienen que enviarlos a otro lugar o que los restos están en mal estado o que no hay gente que los procese. Es una tortura”, se queja la joven de 26 años.
Aunque hay cosas peores:
“También nos han tocado casos en los que desaparecen los cuerpos ya estando en el Semefo”. En septiembre de 2018, Sara González, del Colectivo por la Paz Xalapa, denunció la desaparición de cuatro cuerpos de los Servicios de Medicina Forense, incluido el de su hijo Ivanhoe Mass González, desaparecido en el puerto de Veracruz en 2010.
“A mí me dijeron que el cuerpo de mi hijo estaba en el Semefo y no fue así. Sigo creyendo que lo donaron para alguna institución de medicina”, dice Sara. Marcela Dionisio, del Movimiento por la Paz de Veracruz, señaló que tienen al menos diez casos de familias que han sufrido al doble.
Sus parientes “han desaparecido dos veces: cuando se ausentan en vida los encuentran y, por alguna razón, no coinciden las muestras de ADN. Esos cuerpos son trasladados a fosas comunes… donde desaparecen de nuevo”.
Con información de Mienio.